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AMOR Y NO VIOLENCIA PARA ALCANZAR LA JUSTICIA

AMOR Y NO VIOLENCIA PARA ALCANZAR LA JUSTICIA

 

Para tener claro a lo que se refiere el tema, empezaré diciendo que el término justicia, en sus apariciones más tempranas, se refería a la conducta recta y adecuada de las personas. Cristo habló de la justicia divina como una imparcialidad que permite que se exprese el amor divino, por lo que, en el cristianismo, el amor vino a ser el tema dominante en lugar de la justicia. Como Dios actúa en justicia (porque él es justo), llamó a Israel, su pueblo escogido, a ser justo, y fue puesto en su pacto en una relación recta con Él a través de la fe, para que viviera en una recta relación con los demás. Por lo que debemos comprender que el llamado a la justicia que nos hace Jesús es un llamado a vivir según el modelo de derechos y deberes guiados por el amor, por lo que podemos decir que nuestras obligaciones morales pueden reducirse básicamente a justicia y amor.

El concepto israelita de justicia se aproxima a nuestras ideas de santidad, de piedad, de integridad o de rectitud. En el AT, el concepto justicia se opone a iniquidad, pecado y maldad, por consiguiente, se identificaba con la idea de completa inocencia (Sal 15,2); es decir, se consideraba justo el que era recto y sin mancha. (Gén 18,23; 2Sam 4,11; 1Re 2,32; Job 12,4 y 17,9). Sobre todo justicia se refiere a la conducta humana que está de acuerdo con la voluntad de Dios.

Habiendo establecido el significado de Justicia a la que hoy me referiré, pasaré a desarrollar el tema que hoy nos ocupa.

Como escuchamos en los temas anteriores, Jesús habló, de la compasión, del perdón, de la acogida a los perdidos, de la ayuda a los necesitados, en resumen, de las formas de manifestar el amor, y que, como maestro de vida, presentó el amor como la ley fundamental y decisiva, dando ejemplo de ello con su vida, pues Él acogía a todos los rechazados, y sus enseñanzas no preparaban a nadie para la guerra y el odio, sino para la paz y el amor. Enseñó que no debemos odiar a nadie, es más, que debemos amar a nuestros enemigos, y como manifestación de ese amor, debemos orar por ellos, porque el mejor bien podemos hacer por ellos es interceder ante Dios para que los bendiga y toque su corazón para que se vuelvan a Él y vivan según sus mandamientos y enseñanzas, y así vivan en paz, con gozo y actuando con amor. De esa manera también nosotros disfrutaremos de paz, puesto que, si ellos también desean seguir a Cristo y obedecerlo, cumplirán con su enseñanza de tratar a los demás como quieren que los demás los traten a ellos.

Jesús dejó muy claro que la llegada de Dios no será violenta y destructora, al contrario, significará la eliminación de toda forma de violencia entre las personas y los pueblos. Por eso Jesús vivió desafiando las diferentes formas de violencia sin usar jamás la violencia que destruye al otro. Lo suyo no era destruir, sino curar, restaurar, bendecir y perdonar. E iba presentando así el reino de Dios en el mundo. De esa manera enseñó que debemos imitarlo actuando siempre con amor y por amor, pero también, que debemos ser pacíficos para favorecer la llegada de Dios.

Si Jesús dijo que no iba a venir un Mesías guerrero a derrotar a los romanos y si Dios no iba a intervenir vengando al pueblo de sus enemigos y haciendo justicia a los pobres, ¿Cómo se podría ir haciendo realidad el reino de Dios frente a tanta injusticia? ¿Que podrían hacer los judíos? ¿Someterse con resignación a los opresores romanos? ¿Aceptar las injusticias de los poderosos? ¿Callarse ante los abusos? ¿O tendrían que renunciar a la esperanza de disfrutar de un mundo justo?

Jesús propuso no solo una resistencia no violenta a la injusticia, sino una actuación totalmente opuesta, manifestar amor en toda circunstancia. Esto significa vivir unidos a Dios, cuyo corazón no es violento, sino compasivo y todo amor. Por lo que sus hijos deben parecerse a él incluso cuando luchan contra los abusos e injusticias. Por eso su lenguaje resulta todavía hoy escandaloso. Jesús no dio normas ni mandatos, Él sugirió un estilo de actuar totalmente diferente, dijo: Si alguien te pega en una mejilla, ofrécele también la otra; y si alguien te quita la capa, déjale que se lleve también tu camisa. Y también dijo: “No resistas al que te haga algún mal; al contrario, si alguien te pega en la mejilla derecha, ofrécele también la otra. Si alguien te demanda y te quiere quitar la camisa, déjale que se lleve también tu capa.” Y “Si te obligan a llevar carga una milla, llévala dos.” Lc 6,29 y Mt 5,39-41,

Con esta propuesta mostró la forma de erradicar del mundo la injusticia sin caer en la violencia destructora. Con esta forma de actuar Jesús no estaba alentando la pasividad. No condujo a la indiferencia ni a la rendición cobarde ante la injusticia. Invitó más bien, a ser dueños de la situación tomando la iniciativa y realizando un gesto positivo de amistad y de gracia que puede sorprender y desconcertar al adversario.

Por lo que es muy significativo que, para presentar su programa de acción al inicio de su ministerio, como dice Lc 4,18-19, Jesús leyó de un texto de Isaías: “El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y dar la vista a los ciegos, a libertar a los oprimidos y a proclamar un año de gracia del Señor”. Pero en su lectura de ese texto se detuvo aquí, y suprimió la parte final de la frase, que dice como vemos en Is 61,2: “Me ha enviado a anunciar el año favorable del Señor y un día de venganza de nuestro Dios para consolar a todos los que lloran.”

Según Lc 7,19-22 y Mt 11,2-5, “Juan, que en la cárcel había tenido noticia de las obras de Cristo, envió a preguntarle por mediación de sus discípulos: ¿Eres tú el que va a venir, o esperamos a otro? Y Jesús les respondió: -Vayan y anúncienle a Juan lo que están viendo y oyendo: «los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio». Esa respuesta se inspiró en buena parte en Is 35,5-6, que dice: Los ciegos verán y los sordos oirán; los lisiados saltarán como venados y los mudos gritarán, pero no citó el versículo anterior, que dice: ¡Aquí está su Dios para salvarlos, y a sus enemigos los castigará como merecen!”

Jesús animó a reaccionar con dignidad creando así, una situación nueva que hiciera patente la injusticia y obligara al violento a reflexionar y, tal vez, a dejar su actitud. No se trataba de adoptar una postura victimista, sino de seguir una estrategia amigable que cortara el posible aumento de violencia. Tal vez Jesús no pensaba en la reacción del adversario sino en que cada uno venciera en sí mismo la reacción de signo violento y respondiera a la agresión exactamente en sentido opuesto. Y por eso invitaba a sus oyentes a “ayudarse unos a otros, incluyendo a los enemigos”. Esa es la actitud y actuación que quiere que nosotros llevemos a cabo hoy, frente a los mismos abusos y atropellos que se siguen dando, pues, para Jesús, ésta es la actuación más digna de quien entra en el reino de Dios.

Parece que el golpe en la mejilla era una práctica bastante común para humillar a los subordinados. Los amos golpeaban impunemente a sus esclavos, los terratenientes a sus siervos, los esposos a sus mujeres. Y nadie protestaba porque aceptar la humillación y someterse con resignación a los abusos de los más poderosos era lo normal. Pero Jesús enseñó a actuar de manera diferente y a reaccionar de forma inesperada, por ello la enseñanza que narra Mt 5,39 en donde dice: No resistas al que te haga algún mal; al contrario, si alguien te pega en la mejilla derecha, ofrécele también la otra.” El significado de este mensaje lleva lo que Jesús quiso que comprendieran sus oyentes, y también nosotros hoy, que podría ser el siguiente: “Cuando alguien te abofetee en la mejilla derecha, no pierdas la dignidad ante tu agresor, mírale a los ojos, quítale su poder de humillarte, ofrécele la otra mejilla, hazle ver que su agresión no ha tenido efecto alguno sobre ti, sigues siendo tan humano o más que él.

También dijo “Si alguien te quiere arrebatar la túnica interior con la que cubres tu cuerpo, despréndete también del manto que llevas encima y entrégaselo”. Y considerando que la túnica era la prenda interior que se llevaba directamente sobre el cuerpo y el manto era la prenda de abrigo que se llevaba por encima, no se podía tomar en prenda el manto del pobre, porque era el único abrigo con que podía defenderse del frío durante la noche, según dice el Ex 22,25-26. Podemos comprender entonces que ese mensaje va más allá que el solo ceder sin violencia a un acto que a todas luces va en contra de nuestra dignidad. La respuesta puede llegar a significar algo mucho más fuerte y demostrativo. Actuar según Jesús enseñó, es una forma de señalar al abusador. Por lo que cuando dijo “Si alguien te quiere arrebatar la túnica interior con la que cubres tu cuerpo, despréndete también del manto que llevas encima y entrégaselo. Debió dejar en la mente de los oyentes el mensaje siguiente: Preséntate así ante todos, desnudo, pero con dignidad, y el ladrón quedará en ridículo y todos podrán ver hasta dónde llega su ambición”.

Imaginemos la otra situación que planteó Jesús y el significado que se desprende de ese planteamiento: Si soldados al servicio de Roma te obligan a transportar una carga a lo largo de una milla, muéstrate dispuesto a continuar todavía otra milla. Y lo que quedó en los oyentes pudo ser lo siguiente: Al actuar de esta manera quedarán desconcertados, porque, según la ley romana, está prohibido forzar a nadie más allá de una milla. No será una gran victoria contra Roma, pero mostrarás tu dignidad y tu rechazo a su injusta opresión”.

Para comprender a cabalidad esta situación, debemos saber que, era obligatorio transportar cargas en el tramo de una milla si así lo pedían las autoridades militares, como queda de manifiesto en el relato de la pasión, cuando Simón de Cirene es obligado, por la fuerza, a cargar con la cruz de Jesús.

El reino de Dios exige guiar el mundo no en dirección a la violencia, sino hacia el amor y la compasión. Seguramente Jesús no pensaba en una trasformación mágica e inmediata de aquella sociedad injusta y cruel. Pronto experimentaría en su propia carne el poder brutal de los violentos. Tal vez quería poner en marcha unas minorías que, desviándose de la tendencia más común, pudieran liberar a las gentes de la violencia cotidiana que se apodera fácilmente de todos.

Y lo que espera hoy de nosotros, es que entremos en la dinámica del reino de Dios con un corazón amoroso y pacífico, para enfrentarnos a las injusticias de manera responsable y valiente, desenmascarando la falta de humanidad que se encierra en toda sociedad que se construye sobre la violencia y vive indiferente al sufrimiento de las víctimas; espera que seamos auténticos testigos del reino de Dios, capaces de actuar como hijos e hijas de Dios que es compasivo y pacífico en medio de un mundo injusto y violento. Espera seguidores que seamos como “semilla de mostaza” o pequeño trozo de “levadura”, que, con nuestra vida, aun cuando sea con dificultades, seamos una luz que anuncie el mundo nuevo de Dios de manera clara y creíble y esto podremos hacerlo mejor con nuestra forma de vida, pues así estaremos dando testimonio, no solo de que es posible, sino atractivo, pues mostraremos el amor, el gozo y la paz que llevamos en nuestros corazones.

Seamos pues hombres y mujeres que mostremos, con nuestra forma de vivir, las enseñanzas de Jesús; y hagámoslo conscientes de que, así como Jesús padeció hasta morir en la cruz, como sus seguidores, también nos tocará, como a tantos de sus seguidores, pasar por dificultades y sufrimientos. Si lo hacemos por amor y para honrarlo, Él, nuestro Salvador y Señor, nos recompensará, con paz y gozo aún en medio de las dificultades. Decidámonos entonces y dejémonos conducir por Dios y vivamos según su voluntad manifestada en los Mandamientos y en las enseñanzas de Jesús, y sirvamos con amor a los demás, para que, con nuestra conducta, demos a conocer la vida de amor y paz que el Señor tiene para quien lo acepte en su corazón y así,  quieran volverse a Él para ser miembros del Reino de Dios y disfruten también de todo cuanto tiene para sus hijos.  Que así sea.

 

 

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