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El Adviento, tiempo de preparación para la Navidad

El Adviento, tiempo de preparación para la Navidad

Tiempo para prepararse y estar en gracia para vivir correctamente la Navidad
Tomando como base un artículo de Tere Vallés publicado en Catholic.net 

 

¿Qué es y qué significa el Adviento?

Adviento proviene de la palabra latina «adventus» que significa “venida”. En el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Jesucristo. Y la liturgia de la Iglesia Católica da el nombre de Adviento al principio del año litúrgico de la iglesia y son las cuatro semanas anteriores a la Navidad, que son una oportunidad para prepararnos en la esperanza y con arrepentimiento de nuestras faltas confesarnos para estar limpios, esperando que el Señor nazca en nuestros corazones. El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa penitencia.

El sentido principal del tiempo de adviento es que la iglesia y la comunidad (los creyentes) se preparen, es un tiempo de preparación para esperar al señor. Y es un período privilegiado para los cristianos ya que nos invita a recordar el pasado, nos impulsa a vivir el presente y a preparar el futuro. 

Recordar el pasado con gratitud, porque Jesús, el Hijo de Dios se hizo hombre para cumplir con el plan de salvación para la humanidad; vivir el presente con pasión, según sus enseñanzas y abrirse al futuro con confianza, con la fe de que Él estará siempre con nosotros para que podamos llevar a cabo todo cuanto debemos para nuestra bendición y para que nuestro prójimo conozca lo que por amor hizo por todos y cada uno de nosotros.  

– Recordar el pasado con gratitud:  Eso significa que debemos celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. El Señor vino y nació en Belén. Esta fue su venida en la carne, lleno de humildad y pobreza. Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres. Esa fue su primera venida.

– Vivir el presente con pasión: Pues se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria la «presencia de Jesucristo» en nosotros y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor, en la justicia y en el amor, obedeciendo en todo, en especial dándolo a conocer a quienes se encuentran sin saber de su amor y misericordia.

– Preparar el futuro, al que nos abrimos con confianza: Esto significa que debemos prepararnos con entusiasmo para la Parusía o segunda venida de Jesucristo en la «majestad de su gloria». Entonces vendrá como Señor y como Juez de todas las naciones, y premiará con llamarnos a su presencia en el cielo a los que hemos creído en Él; vivido como hijos fieles del Padre y hermanos buenos de los demás; por lo que debemos vivir con entusiasmo y gozo sabiendo que, si cumplimos con las normas y Mandamientos de Dios y en base a las enseñanzas de Jesús, podemos esperar su venida gloriosa que nos traerá la salvación y la vida eterna sin sufrimientos.

En el Evangelio, varias veces nos habla Jesucristo de la Parusía y nos dice que nadie sabe el día ni la hora en la que sucederá. Por esta razón, la Iglesia nos invita, en el Adviento, a prepararnos para este momento a través de la revisión y la proyección.

Primero aprovechando este tiempo para analizar qué tan buenos hemos sido hasta ahora y lo que vamos a hacer para ser mejores que antes. Entiéndase “buenos” en cuanto a ser obedientes a Dios y a la entrega y servicio amoroso a nuestro prójimo. Por ello es importante saber hacer un alto en la vida para reflexionar acerca de nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios y con el prójimo. Considerando que todos los días podemos y debemos ser mejores, aún cuando debamos realizar otras muchas cosas.

En Adviento es conveniente que hagamos un plan para proyectar que no sólo seamos buenos en Adviento, sino siempre, pues esto es lo que el Señor espera de nosotros cuando dice: Sean ustedes perfectos, como su Padre que está en el cielo es perfecto.” Pero también es buen tiempo para analizar qué es lo que más trabajo nos cuesta evitar y entonces hacer propósitos para no caer de nuevo en lo mismo. Sin embargo, no basta con saberlo, debemos confesar con arrepentimiento verdadero, todo aquello con lo que hemos ofendido a Dios dándole la espalda al sacrificio de Jesús, que padeció y murió en la cruz del Calvario para que nuestros pecados fueran perdonados.

Debemos tener presente entonces, que el adviento comprende las cuatro semanas antes de la Navidad; que es tiempo de preparación, esperanza y arrepentimiento de nuestros pecados para la llegada del Señor que vendrá para juzgarnos, pero mientras ese momento llega, porque está dando tiempo para que todos nos salvemos pues Él no quiere que nadie muera, sino que todos se salven, por lo que a nosotros corresponde, vivir con santidad y devoción. 

Resumiendo, en el adviento nos preparamos para la Navidad, y también para la segunda venida de Cristo al mundo, cuando volverá como Rey del Universo. Es un tiempo en el que podemos revisar nuestra vida espiritual, nuestra vida en relación con Dios para convertirnos de nuevo, esto significa dejar atrás el pecado para volvernos a Dios.

Es también un tiempo en el que podemos hacer un plan de vida para mejorar como personas. Esto incluye cuidar nuestra fe, sobre todo en esta época en la que vamos a estar “bombardeados” por la publicidad para enfocarnos en comprar todo lo que el mundo ofrece, y también estaremos invitados a muchas fiestas. Esto puede hacer que nos olvidemos del verdadero sentido del Adviento, que es, prepararnos para celebrar que Jesús, el Hijo de Dios, se hizo hombre por obra y gracia del Espíritu Santo, y habitó entre nosotros, y por nosotros y nuestra salvación, padeció y murió en tiempo de Poncio Pilato, pero, para mostrarnos que él venció hasta el último enemigo, la muerte, resucitó al tercer día, según las Escrituras y subió al cielo y vendrá con gloria a juzgar a vivos y muertos y su reino no tendrá fin. Preparémonos entonces para irnos con él y empecemos en este Adviento, esforzándonos en vivir este tiempo litúrgico con profundidad, con el sentido cristiano.

Para ayudarnos en este tiempo a meditar y orar para prepararnos a la llegada de Jesús, podemos seguir la tradición de la corona de adviento, que es uno de los símbolos que distingue el tiempo de adviento en las iglesias y en muchas casas. 

La corona de adviento usualmente tiene cuatro o cinco velas, tres moradas y una rosada o tres moradas, una rosada y una blanca.  La corona en si es verde de ramas generalmente de pino o abeto y puede estar decorada con manzanas o listones rojos. La corona de adviento se coloca en las iglesias y las casas como tradición, y cada semana antes de navidad se enciende una vela y se realiza la lectura de la Biblia y oraciones. 

La corona de adviento tiene inicios en las costumbres de los pueblos en Alemania durante los siglos IV y VI. En diciembre hace mucho frío y está muy oscuro y los peregrinos colectaban coronas de ramas verdes y encendían fuegos como señal de esperanza en la llegada de la primavera. En el siglo XVI cristianos alemanes comenzaron a utilizar este símbolo durante el Adviento, luego, esa costumbre se fue adoptando a las enseñanzas de Jesús, pero el mensaje principal es que Jesús es la Luz que ha venido, que está con nosotros y que vendrá con gloria.

La corona de adviento tiene varios elementos y cada uno tiene un significado espiritual:

La forma circular: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar.

Las ramas verdes: Verde es el color de esperanza y vida, y Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre. Las cuatro velas simbolizan la luz en medio de las tinieblas y nos recuerda la salvación que vino a traer Jesucristo es luz para la vida de cada persona.

El color rojo significa el amor de Dios y las manzanas rojas que adornan la corona representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo, pero recibieron también la promesa del Salvador Universal. También representan los frutos de nuestra vida, los frutos de nuestro trabajo, nuestros sacrificios que le ofrecemos a Dios y a nuestro prójimo. El listón rojo que adorna la corona representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.

Como mencioné antes, la corona tiene la forma circular porque significa un eterno progreso o una vida continua.  Nos recuerda que, para Dios, no hay principio ni final, que Dios es completo; que estuvo en el principio, está hoy presente y estará en el futuro.  Ese círculo nos recuerda el amor de Dios para con nosotros, un amor infinito, eterno, sin principio ni final.

La corona de adviento usualmente tiene cuatro velas, y semanalmente se encienden las velas hasta llegar a la navidad.  La tradición nos enseña que cada vela es un símbolo de mil años, cuando encendimos las cuatro velas estamos simbolizando cuatro mil años. Esos cuatro mil años es el tiempo que usamos para simbolizar el tiempo que la humanidad espero a su salvador desde Adán en el antiguo testamento hasta el nacimiento de Jesús.

Las cuatro velas nos hacen pensar en la oscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez porque se acercaba cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo.

Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden de una en una, cada semana, durante los cuatro domingos de adviento al hacer la oración en familia.

Las velas nos demuestran el contraste tan grande que tenemos entre la oscuridad y la luz.  Dios es la luz del mundo y lo contrario a Dios es el mal, el pecado, la oscuridad.  En el tiempo de adviento, según se acerca la llegada o nacimiento de Jesús, nos vamos llenando más y más de luz, la oscuridad va disipándose más y más, por eso se enciende una vela más cada semana hasta su nacimiento porque es el clímax de la luz.

Los colores de las velas también tienen significado para la iglesia. Cuando se usan cuatro velas, tres son moradas y una rosada. Las moradas significan, penitencia, oración, tiempo de reflexión y de sacrificio.  Estas tres semanas nos recuerdan que debemos tener nuestra casa y nuestro templo que es nuestro cuerpo, preparado para la llegada de nuestro salvador.  La tercera semana de adviento se usa el color rosado, simbolizando que está muy cerca el día del nacimiento de nuestro Salvador.  El color rosado se usa para la semana de regocijo o festejo, es la semana de la alegría. Cuando se usa una corona con cinco velas, la última vela es blanca y se coloca en el centro, esta vela se enciende el día de navidad y representa el nacimiento de Jesús. Es blanca para representar la pureza de Jesús.

Tradicionalmente las semanas tienen este significado:

Primera semana – vela morada – es la semana de ESPERANZA – la vela se considera la vela de los profetas, nos recuerda que Jesús viene.

Segunda semana – vela morada – es la semana de la FE – la vela se considera la vela de Belén, y nos recuerda la jornada de José y María hacia Belén.

Tercera semana – vela rosada – es la semana del REGOCIJO – la vela se considera la vela de los pastores, y nos recuerda la alegría del mundo al recibir a Jesús.

Cuarta semana – vela morada- es la semana de la PAZ – la vela se considera la vela de los ángeles, y nos recuerda el mensaje de los ángeles “Paz en la tierra”.

Las ramas de la corona nos recuerdan la vida eterna, pero la corona también nos puede recordar la corona de espinas, que le colocaron a Jesús durante su pasión. Las manzanas rojas (si la usan) son símbolos de los frutos del jardín, pero también de los frutos de nuestra vida, los frutos de nuestro trabajo, nuestros sacrificios que le ofrecemos a Dios y a nuestro prójimo. El color rojo también tiene un simbolismo de la sangre de cristo que derramó por nosotros.

Como parte de la tradición, en la iglesia antes de encender la vela semanal, se hace una oración o bendición.  De igual manera en nuestros hogares debemos hacer una oración o bendición familiar para reflexionar en el adviento.

Hay muchos libros con oraciones y bendiciones de adviento, y de reflexión familiar que puedes usar o encontrar en línea. Quizás tengas una oración o bendición que pasan de generación en generación en tu hogar.  Si no lo tienes te invito a que comiences este año, es una bonita tradición y forma de compartir la fe en familia.  Si no tienes una corona de adviento en tu casa, puedes hacer una actividad como familia y crear una corona de adviento juntos. Solo consigue las velas y puedes hacer un círculo con ramas verdes, lo importante es crear una tradición familiar con un significado especial para ti y los tuyos.  De esta forma viviremos la Navidad del Señor ocupados en el Señor de la Navidad que es Jesús, el motivo de esa celebración.

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