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DEFENDAMONOS DE LAS TENTACIONES

«DEFENDAMONOS DE LAS TENTACIONES»
1ª PARTE

 

En los últimos temas he compartido sobre alabar, adorar, agradar y agradecer a Dios, como respuesta y reconocimiento a todo cuanto Él hace en nosotros, con nosotros y para nosotros, y lo primero y más importante de esa lista de bendiciones es nuestra salvación y el perdón de nuestros pecados por el sacrificio voluntario de Jesús, que, con su muerte en la cruz, pagó el castigo que merecíamos por haber ofendido a nuestro Padre al pecar, es decir, cuando actuamos contra sus normas, enseñanzas y mandamientos. Por su pasión, Cristo nos libró de Satán y del pecado, además, nos consiguió la vida nueva y el Espíritu Santo, que con su gracia restaura en nosotros lo que el pecado había deteriorado. Sin embargo, debemos reconocer, que aun cuando estemos deseosos de agradarlo, hay una realidad que no podemos negar y es que convivimos con las tentaciones permanentemente. Pero, así como reconocemos esa triste realidad de que somos constantemente atacados con tentaciones, también debemos saber que hay formas de evitar que caigamos en ellas, por ello el tema que hoy compartiré con ustedes es “Como Defendernos de las Tentaciones.”

Para conocer lo que podemos hacer, iniciaremos hoy una serie de programas en la que proporcionaré información básica para mejorar tus defensas contra esos ataques.

Para que podamos superar las tentaciones la primera cosa que debemos hacer es entender que no se trata de acciones que llevaremos a cabo en el momento en que estamos siendo atacados por la tentación. Debemos comprender que se requiere, como en todo buen soldado que va a la guerra, que estemos bien entrenados y preparados para combatir y salir vencedores. Por ello la primera sugerencia es que llevemos a cabo dos movimientos simultáneos: El primero es: crear una base para que las tentaciones se vuelvan menos peligrosas y cuando las tentaciones lleguen, combatirlas hasta vencerlas.

Para que entendamos todo el proceso, iniciaremos con conocer qué es la tentación. Una definición sencilla, breve y clara dice que “La tentación es la obra del diablo para arrastrarte al infierno”. Y para complementar esta definición, debemos recordar que el hombre, persuadido por el diablo, abusó de su libertad, sucumbió a la tentación y cometió el mal (ir en contra de la orden de Dios) y aunque ahora conserva el deseo del bien, su naturaleza lleva la herida del pecado original, por lo que ha quedado inclinado al mal y sujeto al error. De ahí que el hombre está dividido en su interior. Por eso su vida es una lucha ciertamente dramática entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas pues al ser “una atracción, que desde fuera o desde dentro de uno mismo, pretende hacernos actuar contrario a los mandamientos de Dios y a la recta razón que nos lleva a hacer el bien.”

Esto significa que al luchar contra la tentación estamos en una guerra con el diablo, un enemigo que quiere destruirnos, pero también en una guerra contra el mundo y contra nuestra propia carne. Esto lo iremos comprendiendo poco a poco en el desarrollo de los programas.

Por de pronto empezaremos con la información básica: Las tentaciones son generalizadas, pues como sabemos por lo que nos dicen las Escrituras, Jesús mismo fue tentado.

La tentación la define la Biblia como una prueba, producida por el maligno, por lo que si has creído que Dios te puso la tentación, te digo con certeza que no es así pues, como dice en la epístola de St 1,13: “Cuando ustedes sean tentados a hacer lo malo, no le echen la culpa a Dios, porque él no puede ser tentado, ni tienta a nadie a hacer lo malo.”

Ahora bien, la tentación no es pecado, el pecado se concreta cuando cedemos a la tentación. Por eso en Mt 26,41 Jesús dice: “Velen y oren para que no caigan en tentación, el espíritu está dispuesto pero la carne es débil”.

Con esto, Jesús nos da dos elementos para que podamos mantenernos firmes y no caer: el primero es “velar”, es decir mantenernos alertas y el segundo elemento es “orar”, como enseñó Jesús con el Padrenuestro que dice: “…no nos dejes caer en la tentación y libranos del mal.” es decir, debemos acudir a Dios para recibir de Él sabiduría y fortaleza espiritual para que podamos enfrentar con autoridad al enemigo y vencerlo. Estar alertas para evitar que el enemigo logre acercarse a establecer contacto, porque la guerra en la que nos encontramos es para defender nuestra vida. Para ello, San Pablo también nos presenta las armas con las que contamos para que combatamos a nuestro enemigo el diablo en Ef 6,10-18 en donde dice:
«Hermanos, busquen su fuerza en el Señor, en su poder irresistible.
Protéjanse con toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan estar firmes contra los engaños del diablo. Porque no estamos luchando contra poderes humanos, sino contra malignas fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio sobre el mundo de tinieblas que nos rodea.
Por eso, tomen toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan resistir en el día malo y, después de haberse preparado bien, mantenerse firmes.
Así que manténganse firmes, revestidos de la verdad y protegidos por la rectitud.
Estén siempre listos para salir a anunciar el mensaje de la paz.
Sobre todo, que su fe sea el escudo que los libre de las flechas encendidas del maligno.
Que la salvación sea el casco que proteja su cabeza, y que la palabra de Dios sea la espada que les da el Espíritu Santo.
No dejen ustedes de orar: rueguen y pidan a Dios siempre, guiados por el Espíritu. Manténganse alerta, sin desanimarse, y oren por todo el pueblo santo.»
Hasta aquí la cita.

Para quien resista a la tentación, es decir el que permanezca firme y no caiga por amor a Dios, tiene la motivación que será recompensado, como dice en Stg 1,12: «bienaventurado el que persevera en la prueba, porque habiendo superado la prueba, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que le aman.» Esto significa que el premio por vencer las tentaciones será la vida eterna al lado del Padre.

El Papa Francisco enseña la forma en la que trabaja la tentación, dice: “La tentación nos cierra el horizonte, es decir, no nos permite mirar hacia adelante y nos lleva el pecado.” Pero el Papa también nos recuerda que Jesús siempre está disponible para enseñarnos cómo vencerla. De ahí la importancia de comunicarnos por medio de la oración y tener una relación estrecha con Él.

Esa relación nos permite conocerlo cada vez más y hace que nuestra fe crezca, porque percibiremos sus respuestas y eso nos mantendrá firmes en la lucha contra las tentaciones, pues cuando nuestra fe se vuelve tibia, caemos en la tentación y pecamos, pero, si lo conocemos y mantenemos una relación con Jesús, nos mantendremos fortalecidos en la fe y podremos vencer las tentaciones. Eso actuará como un círculo virtuoso, pues hará que nuestra fe aumente, y mientras más fe tengamos, más podremos enfrentarnos a las tentaciones con éxito. San Pedro confirma esto cuando dice en 1 Pe 1,7 «La confianza que ustedes tienen en Dios es como el oro: así como la calidad del oro se pone a prueba con el fuego, la confianza que ustedes tienen en Dios se pone a prueba con los problemas. Si ustedes pasan la prueba, su confianza será más valiosa que el oro, pues el oro se puede destruir. Así, cuando Jesucristo aparezca, hablará bien de la confianza que ustedes tienen en Dios, porque una confianza que ha pasado por tantas pruebas merece ser alabada.»

Pero, si debemos mantenernos en pugna constante contra la tentación, ¿por qué la permite Dios?

Podemos decir que la tentación es necesaria para nuestra libertad pues como personas libres, somos invitados a amar a Dios y decir sí a su voluntad, o enfocados en nosotros mismos, en nuestros deseos, en nuestros caprichos o en nuestras ideas, en nuestro egoísmo, y decidir no obedecer sus normas, sus mandamientos, su voluntad. Las alternativas son o amamos a Dios y lo obedecemos o no.

Si Dios forzara nuestro sí lo amamos, por eso lo obedecemos; entonces no seríamos libres y nuestro sí no tendría ningún significado real.

Si comprendemos esto, podemos preguntarnos ¿Por qué entonces no limita Dios la tentación? De hecho, Dios sí pone límites a la tentación, hasta cierto punto, la limita porque no todo es posible para nosotros como nos hace ver San Pablo en 1Co 10,13 cuando dice: «Ustedes no han pasado por ninguna tentación que otros no hayan tenido. Y pueden confiar en Dios, pues él no va a permitir que sufran más tentaciones de las que pueden soportar. Además, cuando vengan las tentaciones, Dios mismo les mostrará cómo vencerlas, y así podrán resistir.» Esto significa que Dios nos provee de fuentes para que resistamos los ataques.
● Nos envía personas con conocimiento de las Sagradas Escrituras y crecimiento espiritual, que son buena influencia y nos muestran el camino que nos lleva a la presencia del Padre, personas cuya voz hace eco en nuestra conciencia y nos ayudan a mantenernos firmes, por ejemplo nuestros párrocos, o los sacerdotes que nos confiesan y nos ministran, los hermanos en la fe más crecidos; acudamos a ellos.
● Dios también nos da la inteligencia y la razón para que seamos capaces de descifrar la Ley Natural, y nos atrae a la bondad, a la belleza y a la verdad.
● Además nos ofrece el don de la fe y todas las gracias necesarias para que soportemos los ataques del enemigo y nos mantengamos firmes. Nos dejó sus enseñanzas, normas y mandamientos en la Sagrada Escritura a la que podemos acceder. Y envió profetas, y aun a su propio Hijo, para que nos volvamos a Él y dejemos el pecado que nos lleva a la muerte eterna. Pero, para eso tenemos que conocer el contenido de las Sagradas Escrituras que nos presentan a esos profetas y lo que el Señor nos dice a través de ellos y a su Hijo Jesucristo que a través del Evangelio. Él continúa su ministerio de enseñanza de salvación y reconciliación a través de Su Cuerpo, la Iglesia, que nos ofrece los Sacramentos de la Reconciliación o Confesión y la Comunión o Eucaristía, que nos otorgan gracias para luchar contra las tentaciones.

Vemos pues, que Dios pone límites a la tentación y nos da elementos de apoyo para que podamos vencer las tentaciones porque Él está interesado en nuestra salvación, por ello envió a su Hijo Jesucristo, que se sacrificó para pagar por nuestros pecados en la cruz. Con su sangre derramada durante su pasión, nos limpió de pecado y con su muerte en la cruz pagó el castigo que nosotros merecíamos.

Conocer este acto de amor, debe bastar para que luchemos con todas nuestras fuerzas para no caer en la tentación, para no pecar y no ofender así, a quien murió para darnos vida nueva, plena, vida eterna al lado del Padre.

Vuélvete a Dios, búscalo con sinceridad, abre tu corazón y deja que Él entre a tu vida, conócelo de una forma personal, real, Si lo buscas de corazón, Él se dejará encontrar y vendrá a ti. Busca sus enseñanzas en las Sagradas Escrituras y permítele que te guie. Sé dócil y obtendrás una nueva vida. ¡Confía! Él nunca te defraudará. Solo toma la decisión y pídele que te guíe en el camino para que puedas ser fuerte como Él y puedas salir victorioso en tu lucha contra las tentaciones. Recuerda que cualquiera que sea el camino que el Señor escoja para ti, será el adecuado para que fortalecid@ al vencer las tentaciones, te acerques a Él con humildad, pero con gozo, sabiendo que te ama y que nunca te dejará sol@, que estará ayudándote siempre y que irá contigo a la lucha.

Que así sea.

Fin de la primera parte.

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