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BUSCA LA ARMONÍA ENTRE LOS HOMBRES Y MUESTRA, CON ALEGRÍA, A JESÚS

BUSCA LA ARMONÍA ENTRE LOS HOMBRES

Y MUESTRA, CON ALEGRÍA, A JESÚS

Las Sagradas Escrituras nos muestran, que Dios actúa en armonía con sus propias normas, que son siempre justas y perfectas, la voluntad de Dios es expresión de su poder, sabiduría y bondad. La armonía también se presenta en las Escrituras, como ideal divino y se menciona en varios pasajes, por ejemplo, en el Sal 133,1 dice: «¡Mirad cuán bueno y delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!» Aquí se destaca la importancia de vivir en armonía con los demás, especialmente con los hermanos en la fe ya que vivir y trabajar en armonía con otras personas, nuestras relaciones serán buenas y deliciosas.

La etimología de la palabra armonía proviene del griego harmonia, que a su vez deriva del verbo harmozo, que significa ajustar, conectarse o unir. La armonía es la unión y el ajuste de diferentes personas con su forma de ser para formar un grupo equilibrado. En música, armonía es la relación ordenada entre varias melodías superpuestas, formando un todo que mantiene cierta autonomía respecto de cada una de las partes; esto nos hace ver que, en las relaciones humanas, la armonía es el trabajo ordenado en el que cada persona mantiene su personalidad pero aporta lo necesario para que con los demás, se llegue a un fin determinado, por lo que podemos decir, que armonía es lograr un equilibrio entre nuestros pensamientos, acciones y sentimientos, para que estemos en acuerdo con los demás, a fin de que disfrutemos cada momento, vivamos en paz con nosotros mismos y con los demás, y experimentemos felicidad, paciencia y sabiduría para enfrentar las diversas situaciones que se presentan en la vida. La armonía entre los hombres es pues, un estado de equilibrio y entendimiento entre las personas. Implica reconocer a los demás como parte de la vida y comprenderlos sin juzgarlos. 

En el contexto bíblico, la palabra armonía tiene un significado profundo y significativo. ahí se refiere a la paz, la unidad y la concordia entre las personas y con Dios. Es un estado de equilibrio y bienestar en el que todos los elementos están en perfecta sintonía y colaboración. En términos bíblicos significa que Dios espera que todos tengamos un mismo sentir, que haya un mismo espíritu en los hermanos, que seamos misericordiosos y compasivos unos con otros.

Y estar en armonía con Dios significa que haremos lo que debemos para colaborar con Dios y una de las formas de hacerlo es dar a conocer la buena Nueva de Salvación, como pidió Jesús antes de ascender al cielo, como dice en Mr 16,15: “Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura.” Y como he dicho en programas anteriores, todos los bautizados hemos sido ungidos con el Espíritu Santo y estamos llamados a cumplir con esa orden del Señor.

En Mt 5,9, Jesús dice, sobre la importancia de la armonía: «Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios». Aquí, Jesús enfatiza que aquellos que promueven la paz, es decir los que buscan la armonía entre los hombres, serán considerados hijos de Dios.

Pero la armonía no debemos tenerla solamente entre los hombres, también debe existir en nuestra relación con Dios al ser dóciles a Él como dice Col 3,15: “Permitan que la paz de Cristo controle siempre su manera de pensar pues Cristo los ha llamado a formar un solo cuerpo para que haya paz; y den gracias a Dios siempre.”  Esto implica que la armonía con Dios es esencial para que experimentemos la verdadera paz y felicidad.

El origen de la armonía en la Biblia se remonta al principio de la creación. El Gn 1, relata cómo Dios creó el mundo y declaró que todo era «bueno» y que antes de la caída del hombre, había una perfecta armonía entre la humanidad, la naturaleza y Dios. Sin embargo, debido al pecado, la armonía se rompió y el mundo experimentó discordia y separación, como vemos a lo largo de la Biblia, que presenta historias de conflictos y divisiones causadas por la falta de armonía. Sin embargo, también se nos muestra la promesa de que la armonía será restaurada en el futuro, cuando Jesús regrese y establezca su reino de paz.

En conclusión, la armonía en la Biblia tiene un significado profundo y espiritual. Se refiere a la paz, la unidad y la concordia entre las personas y con Dios. La armonía implica la unión y el ajuste de las personas para formar un todo equilibrado, que es lo que debemos buscar: “la unidad de la Iglesia”, el cuerpo de Cristo. Conscientes de esto, debemos buscar la armonía con los demás y con Dios, para que experimentemos la verdadera paz y felicidad, mientras trabajamos como servidores de Jesús para presentarlo a los demás.

 

Por el pecado se perdió la armonía con Dios, pero Él anunció que la salvación, llegaría por medio de un redentor que restablecería la armonía y la paz perdidas. Esa promesa se cumplió con Jesús, y es motivo de nuestro gozo, ese sentimiento de plenitud, armonía y satisfacción de nuestra realidad de hijos de Dios.

 

En el Catecismo de la Iglesia Católica dice que el primer hombre fue creado no solamente bueno, sino también planeado en amistad con su creador, y en armonía consigo mismo y con la creación; amistad y armonía que no serán superadas más que por la gloria de la nueva creación en Cristo, es decir cuando hayamos realizado nuestra labor de dar a conocer a Jesús y sus enseñanzas y las personas se vuelvan a Él y reconozcan al Señor Jesucristo como Salvador y le entreguen su vida, pues como dice 2Co 5,17  “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas.” Estar en Cristo significa que nos entregamos a Él y lo aceptamos como Salvador y Señor, que implica que le honremos y obedezcamos, viviendo según sus enseñanzas y los Mandamientos.

 

Debemos distinguir entre los derechos y deberes que tenemos como miembros de la Iglesia y como miembros de la sociedad humana. Pues como cristianos, debemos integrarlos en armonía, recordando que, en cualquier cuestión temporal, debemos guiarnos por la conciencia Cristiana, siguiendo los mandamientos y enseñanzas que se encuentran en la Biblia, pues, ninguna actividad humana, ni siquiera en los asuntos temporales, debe alejarse de las normas establecidas por Dios.

La Sagrada Escritura nos prepara para que alcancemos una vida gozosa, una vida de celebración por el amor que Dios nos ha mostrado con el perdón y la libertad que Jesús nos consiguió con su sacrificio hasta la muerte en la cruz; y precisamente por eso, debemos cuidar nuestra vida espiritual siguiendo las enseñanzas y normas que encontramos en las Sagradas Escrituras, de ahí la importancia de leerlas y estudiarlas, pues, si no las conocemos, ¿Cómo viviremos según lo que Dios espera de nosotros?, ¿Cómo conoceremos lo que a Dios le agrada?, ¿Cómo sabremos lo que nos puede llevar a la Santidad o al castigo eterno?

Jesús, nuestro Señor, vino a la Tierra para hacer el bien y los Evangelios nos muestran las obras que hizo por donde pasó, y ello nos anima, como animó a sus discípulos, a seguir Su ejemplo de servir a los demás por amor y con amor.

Los evangelios narran que muchos alababan lo que Jesús hacía, pero también que hubo muchos que lo rechazaron porque no entendieron el significado de sus enseñanzas, como cuando indicó la forma de recibir su cuerpo y su sangre en el pan y el vino. Queridos oyentes, no podemos quedarnos solamente con los milagros de Jesús, debemos seguirlo obedeciendo sus enseñanzas, que son las que nos mantendrán unidos a Él para, que nos conduzca al Padre, como dijo según leemos en Jn 14,6: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.”  Eso nos lleva nuevamente a insistir que debemos conocer el contenido de las Sagradas Escrituras pues solo así podremos conocer las instrucciones de Dios como las enseñanzas de Jesús, lo cual significa que no debemos solamente leerlas, sino estudiarlas y meditarlas, para entonces, vivir de acuerdo a lo que nos dicen.

Sin embargo, debemos también, recibir la gracia de Dios y no rechazarla pues ella nos ayudará a vivir según el mensaje de Jesús. El amor que nos manifestó al dar su vida para pagar con su sacrificio nuestros pecados, puesto que escrito está que la paga del pecado es la muerte, pero Él, que siendo el Hijo de Dios, que nunca pecó, fue al sacrificio como el cordero perfecto para lavar con su sangre los pecados de todos los hombres, si lo aceptamos como nuestro Salvador y lo reconocemos como nuestro Señor.

Entonces debemos, como sus discípulos, seguir sus normas y enseñanzas mostrando con nuestra conducta, con nuestra vida, el amor que de Jesús hemos recibido, para darlo a conocer a los demás, y mostrar también que el amor que recibimos de Él produce una vida de paz y gozo; amor que podemos transmitir, a través de buscar la armonía entre todos, como lo más positivo en nuestra vida.

En cuanto a la armonía, encontramos, en el Antiguo testamento en Sir o Eclo 25,1 lo siguiente: “Hay tres cosas que hallo hermosas, y que son hermosas tanto para Dios como para los hombres: la unión entre hermanos, la amistad entre prójimos y la perfecta armonía entre marido y mujer.” Como bien sabemos, la unidad familiar, que inicia entre marido y mujer, es la base de la sociedad, por lo tanto, debemos entender que esa perfecta armonía la que se refiere el Señor en esa cita, es la que debe haber entre nosotros y los demás.

En Jer 31,24 dice: “El pueblo de Judá y de todas sus ciudades vivirá allí en armonía.” Aquí la percibimos como una orden de Dios. Debemos pues, obedecer lo que nos dice en la Biblia, esto nos llevará a dejar todo lo que nos obstaculice ser buscadores y promotores de armonía, como la hostilidad que puede manifestase en oposición, rivalidad, enfrentamiento e incompatibilidad; la enemistad que lleva al odio, la hostilidad, la división y la oposición; y la discrepancia, es decir manifestar desacuerdo en opiniones o en conducta.

Y en Zac 6,13 leemos:  “ El enviado por Dios será quien construya el templo y quien reciba honores reales. Se sentará y gobernará en su trono, y a su lado, también en un trono, se sentará un sacerdote. Juntos trabajarán en armonía”. Aquí se nos da el ejemplo de armonía en la forma en la que se relacionan, Jesús, el enviado por Dios, y quien hace de intermediario entre Dios y los hombres y que, en algún momento podemos ser nosotros cuando oramos por alguien. Debemos imitar esa conducta de trabajar juntos y en armonía, con los hermanos en la fe, así seremos más efectivos al presentar a Jesús a nuestros semejantes.

Y es tan importante esa conducta, que, en el Nuevo Testamento, San Pablo lo hace notar en varias de sus cartas, como dice en Ro 12,16, dice: “Vivan en armonía unos con otros y no sean engreídos, antes bien, pónganse al nivel de los sencillos. Y no sean autosuficientes.” En esta cita, como escucharon al final, también nos manda a trabajar juntos, como hermanos, para que vayamos apoyándonos al presentar a Cristo y esto, hacerlo con un comportamiento y lenguaje sencillo y humilde.

En Ro 15,5 dice: “Dios, por su parte, de quien proceden la perseverancia y el consuelo, les conceda vivir en armonía a ejemplo de Cristo Jesús.” Así como Dios nos da la orden en la cita anterior, que debemos imitar a Jesús, esta cita nos dice que no estaremos solos en nuestro esfuerzo pues Él nos dará lo que necesitemos para que trabajemos en armonía con los hermanos para da a conocer a Jesús, como dice Ro 15,5

1Co 1,10 “Les ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se pongan de acuerdo para que no haya divisiones entre ustedes, sino que vivan en perfecta armonía de pensamiento y opinión.” Esta cita  nos indica que el trabajo en equipo requiere una relación armoniosa, por lo tanto, debemos poner de nuestra parte lo necesario para que nuestro trabajo como equipo, al mostrar a Jesús, consiga llegar a los corazones del prójimo.

2Co 13,11 “Por lo demás, hermanos, estén alegres, busquen la perfección, anímense, vivan en armonía y en paz; de este modo, el Dios del amor y de la paz estará con ustedes.” La armonía no es una acción solitaria, pues debe ser parte de nuestra conducta. Debemos también ser alegres, trabajando con  excelencia, tratando de alcanzar la perfección en todo cuanto hagamos y siempre con buen estado de ánimo para agradar a Dios.

Dice San Pablo en Fil 2,2:  “Llénenme de alegría teniendo unos mismos sentimientos, compartiendo un mismo amor, viviendo en armonía y sintiendo lo mismo.” Aquí San Pablo recomienda a la comunidad de Filipos que continúen siendo amorosos y viviendo armoniosamente entre ellos. Que hoy, es también una recomendación para nosotros.

Y en Col 2,5 San Pablo agradece a los cristianos de Colosas su comportamiento armonioso, dice: “Pues aunque corporalmente estoy ausente, en espíritu estoy presente y me alegro de la armonía que reina entre ustedes y de la firmeza de su fe en Cristo.” Los colosenses alegraron el corazón de San Pablo por su conducta armoniosa, así debe alegrarse nuestro Padre celestial cuando vivimos armoniosamente.

También la alegría es un tema recurrente en las cartas de San Pablo, como encontramos, por ejemplo en: Ro 12,12  en donde se lee: “Vivan alegres por la esperanza, sean pacientes en el sufrimiento y perseverantes en la oración.” San Pablo nos hace ver que si estamos convencidos y aceptamos que Jesús, por su sacrificio en la cruz, pagó por nuestros pecados y nos liberó del castigo que merecíamos por haber ofendido a Dios, y  le entregamos nuestra vida; podemos estar seguros de nuestra salvación, y por ello tenemos la esperanza de que llegaremos a la presencia del Padre.

En el tiempo de Jesús, como hoy, quienes no conocen a Jesús, nos harán pasar por pruebas, nos tratarán de fanáticos, recibiremos burlas, reproches, acusaciones, amenazas, seremos acosados y discriminados, y puesto que no responderemos a esos ataques, nos considerarán débiles, apocados, pero San Pablo enseña la forma en la que debemos proceder en 2Co 6,10  en donde dice:  “Nos tienen por tristes, pero estamos siempre alegres; nos consideran pobres, pero enriquecemos a muchos; piensan que no tenemos nada, pero lo poseemos todo.” Saber esto, nos da confianza y nos ayuda a mantener nuestra postura tranquila y amable. Y lejos de manifestar enfado o temor, aprovechemos para que, en armonía, con la paz y el gozo que nos da el Señor, demos a conocer su amor, con nuestra conducta y con los textos bíblicos.

Por eso insisto en animarte a que estés feliz y lo manifiestes, mostrando así lo que Jesús ha hecho en ti. Dice en Fil 4,4: “Estén siempre alegres en el Señor; les repito, estén alegres.” Y en 1Tes 5,16 insiste diciendo: “Estén siempre alegres.”

Si ahora estás pasando por alguna prueba, debes aceptarla con alegría, pues dice San Pablo: “Sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman, a quienes él ha escogido y llamado.  Ro 8,28. Esto significa que por muy duro que sea lo que te esté pasando, puedes tener la certeza y la esperanza que Dios lo permitió para que dé como resultado algo bueno, como salir fortalecido. Desde luego eso significa que mantengamos firme nuestra fe en que Dios estará con nosotros siempre y nos guiará a la salida de cualquier situación, por difícil que parezca. Aunque se trate de cosas  que no podemos manejar o solucionar, Dios estará con nosotros,  como dice Ro 8,37:  “Pero en todo esto salimos más que vencedores gracias a aquel que nos amó.”

Y si se trata de falta de dinero, el Señor por medio del libro de Job, nos proporciona una respuesta que debemos tener muy en cuenta, dice en Job 22,21:Ponte de nuevo en paz con Dios y volverás a tener prosperidad. Deja que él te instruya, grábate en la mente sus palabras.

Si te humillas, y te vuelves al todopoderoso, y alejas el mal de tu casa, y si miras aún el oro más precioso, como si fuera polvo, como piedras del arroyo, el todopoderoso será entonces tu oro y tu plata en abundancia.

 Él será tu alegría y podrás mirarlo con confianza. Si le pides algo, él te escuchará y tú cumplirás las promesas que le hagas. Tendrás éxito en todo lo que emprendas; la luz brillará en tu camino. Porque Dios humilla al orgulloso y salva al humilde. Él te librará si eres inocente, si estás limpio de pecado.”

Ahora bien, este segmento del libro de Job, no solo hace ver que en todo momento debes volver tu rostro a Dios, también debes sacar, por medio del Sacramento de la Reconciliación, cualquier pecado que lleves en tu conciencia y confesar lo que obstaculice relacionarte con Dios, tu mayor tesoro. Esto significa, dejar todo mal y cualquier ídolo que esté ocupando, en tu corazón, el lugar que solo le pertenece a Dios, como considerar el oro como lo más importante de tu vida. Si dejas de darle el primer lugar a las cosas materiales, a la búsqueda de dinero permites que Dios tome el control de tu vida, Él te guiará y proveerá de lo necesario para que vivas bien, con paz y gozo en tu corazón. Eso te llevará a ser misericordioso con el prójimo y a mantenerte en una relación en la que disfrutarás de paz, pues cuando te encuentres en armonía con otro es cuando encontrarás la paz, y te sentirás completo, sólido y disfrutando de las bendiciones de Dios.

Que así sea.