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AÑO NUEVO CON BENDICIONES

AÑO NUEVO CON BENDICIONES

Estamos por iniciar un nuevo año y es un buen momento para proyectar lo que deseamos hacer, por lo que también debemos acudir a las Sagradas Escrituras para recibir la instrucción de lo que debemos hacer y un buen ejemplo nos lo da Hb 12,1-2 que dice: “Nosotros, teniendo a nuestro alrededor tantas personas que han demostrado su fe, dejemos a un lado todo lo que nos estorba y el pecado que nos enreda, y corramos con fortaleza la carrera que tenemos por delante. Fijémos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona. Jesús soportó la cruz, sin hacer caso de lo vergonzoso de esa muerte, porque sabía que después del sufrimiento tendría gozo y alegría; y se sentó a la derecha del trono de Dios.”
Vamos a desglosar esta cita para conocer la importancia y las enseñanzas que podemos encontrar en ella.
Y empezaremos identificando la importancia de los testigos que pueden ayudarnos en nuestra fe. A menudo, cuando leemos la Biblia, encontramos referencias de los personajes que nos precedieron en la fe: desde los patriarcas del Antiguo Testamento, hasta los apóstoles de Jesús y los primeros mártires, que son reconocidos como santos.

La primera parte del verso 1, hace mención a una gran nube de testigos que nos rodea mientras corremos la carrera de la fe. ¿Por qué son importantes estos testigos para nuestra vida cristiana?
Algunos de los testigos a los que hace referencia este versículo, son aquellos mencionados el capítulo anterior: Abraham y Sara, de los que dice en los versos 8,11 y 12: “Por la fe, Abrahán obedeció al ser llamado para ir al lugar que iba a recibir en herencia, y salió sin saber adónde marchaba. Por la fe, también Sara, que era estéril, recibió vigor para concebir, aun superada ya la edad oportuna, porque creyó que era digno de fe el que se lo había prometido. De modo que de uno solo, y ya decrépito, nacieron hijos tan numerosos «como las estrellas del cielo e incontables como las arenas de las playas del mar». De Abrahán, dice Tambien en el verso 17: “Por la fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac, y el que había recibido las promesas se dispuso a ofrecer a su único hijo.” Y en el mismo capítulo 11, en los versos del 20 al 25 menciona a otros personajes que destacan por su fe. Dice: “Por la fe, Isaac dio la bendición de los bienes futuros a Jacob y Esaú. Por la fe, Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José y «le adoró apoyado sobre el extremo de su bastón.» Por la fe, José, a punto de morir, recordó el éxodo de los hijos de Israel y dio disposiciones sobre sus restos mortales. Por la fe, Moisés, recién nacido, fue ocultado durante tres meses por sus padres, porque vieron que el niño era hermoso, y no temieron el edicto del rey. Por la fe, Moisés, ya adulto, se negó a ser llamado hijo de la hija del Faraón, y prefirió verse maltratado con el pueblo de Dios que disfrutar el goce pasajero del pecado.“ Luego, el verso 31 menciona a Rahab y en los versos 32-40 dice:¿Qué más diré? Me faltaría tiempo si tuviera que hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los Profetas. Por la fe, todos ellos conquistaron reinos, hicieron justicia y recibieron las promesas de Dios. Por la fe, cerraron la boca de leones, apagaron grandes incendios y se salvaron de morir a espada. Por la fe, los débiles se hicieron fuertes, llegaron a ser poderosos y derrotaron ejércitos. Por la fe, hubo mujeres que recibieron de nuevo con vida a familiares que habían muerto. Otros, en cambio, por alcanzar una mejor resurrección fueron torturados y no aceptaron ser puestos en libertad. Por la fe, unos sufrieron burlas y golpes. Otros fueron atados y llevados a la cárcel. Los mataron a pedradas, los cortaron por la mitad y los mataron a espada. Algunos de ellos vestían pieles de ovejas y de cabras. Por la fe, fueron pobres, perseguidos y maltratados por la gente. ¡El mundo no los merecía! Ellos anduvieron en desiertos y montañas, viviendo en cuevas y huecos. Todos ellos son reconocidos por su fe, pero ninguno de ellos recibió la promesa de Dios. Dios tenía planeado algo mejor para nosotros, de modo que todos juntos pudiéramos alcanzar la perfección.” Y ahora estamos en el tiempo en el que podemos alcanzar la perfección a la que hemos sido llamados, pero para lograrlo, debemos obedecer lo que Dios exige, lo cual encontramos en las Sagradas Escrituras.
Ejemplo de ello es lo que dice en Hb 6,11-12: “Queremos que cada uno de ustedes siga esforzándose así toda la vida hasta que vean completamente realizada su esperanza. No queremos que se vuelvan perezosos. Más bien, sigan el ejemplo de los que reciben las promesas de Dios porque tienen fe y paciencia.”
Todos los mencionados son testimonio para nosotros de que la fe en Dios hace posible que podamos mantenernos fieles, aún en las dificultades.
Además de los testigos bíblicos, hay personas en nuestra vida diaria, como nuestros padres, amigos, directores espirituales, maestros, confesores y también personas que no conocemos personalmente, como misioneros y líderes de la iglesia, que pueden servirnos como testimonio de una vida de fe en Cristo y que, por su ejemplo, pueden motivarnos a correr nuestra propia carrera con fortaleza y perseverancia.
La segunda parte del verso 1 nos anima a que » dejemos de lado todo lo que nos estorba y el pecado que nos enreda, «. Esto significa que debemos dejar todo aquello que pueda obstaculizarnos en la carrera de nuestra fe, como llevar peso adicional o cargas innecesarias que nos harán lentos y harán más difícil nuestra carrera, como son las dificultades de la vida que pueden convertirse en pesos o cargas para nosotros. Me refiero a las cosas materiales como el dinero y las posesiones, o como las preocupaciones y ansiedades, las cuales nos impiden concentrarnos en la carrera de fe. Aunque también podemos enfrentarnos a situaciones puramente espirituales como son las tentaciones y pecados que nos arrastran y nos impiden avanzar en nuestra fe. Por lo que debemos identificar cada una de esas cargas pues solamente así podremos combatirlas y dejarlas atrás.
La tercera parte del verso 1 nos invita a que Corramos con fortaleza la carrera que tenemos por delante. Sabemos que no es fácil pues hay momentos en que nos sentimos cansados, desanimados, o incluso tentados a abandonar. Pero la perseverancia es clave para el éxito. Nuestra vida de fe es una carrera a largo plazo, y necesitamos resistencia y determinación para llegar a la meta.
Pudimos darnos cuenta, que este verso, es relevante para nuestra vida diaria pues, como cristianos, nos vemos esforzados a vivir nuestra fe en un mundo que con frecuencia está en desacuerdo con ella, por lo que podemos sentir la tentación de cargar con pesos innecesarios, distracciones y ceder a las tentaciones para ser aceptados por el mundo, pero esto solo nos alejará de nuestro objetivo final, que es llegar a estar en la presencia de Dios por la eternidad. Pero si logramos rechazar todo eso, y corremos con perseverancia, podremos crecer en nuestra fe y así fortalecidos, avanzar a la meta.
Esto es un recordatorio valioso y una motivación para seguir adelante pues incluso en los momentos más difíciles, cuando nos sentimos abrumados por las dificultades de la vida y la carga de nuestras preocupaciones, este verso nos invita a recordar que no estamos solos, puesto que hay muchos testigos que han recorrido este camino antes que nosotros y su fe nos inspira a despojarnos de todo peso que nos agobia. Cada paso que damos en esta carrera de fe es una declaración de perseverancia, un grito de esperanza en medio de la tormenta. Así, movidos por el amor de Cristo, nos animamos mutuamente a avanzar con valentía hacia la meta, recordando que cada esfuerzo vale la pena.
Luego, en el verso 2 encontramos la motivación que nos ayudará a mantenernos perseverando en la carrera para conservar la fe en Jesús. Dice en la primera parte: “Fijémos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona.” Eso significa que debemos seguir el ejemplo y enseñanzas de Jesús, pero también que, para conocerlo mejor debemos mantenernos comunicados con Él por medio de la oración, como de la lectura y estudio de los Evangelios, los cuales constituyen las buenas nuevas que Dios, que por medio de su Hijo Jesucristo, al haber realizado, por su sacrificio hasta la muerte en la cruz, cumplió sus promesas para con Israel, y el plan de Dios para la salvación de la humanidad, abrió el camino de salvación para todos los que reconozcan a Jesús como el Hijo de Dios que nos trajo la salvación y el perdón de nuestros pecados.
Y la segunda parte del verso 2 que dice: “Jesús soportó la cruz, sin hacer caso de lo vergonzoso de esa muerte, porque sabía que después del sufrimiento tendría gozo y alegría; y se sentó a la derecha del trono de Dios.” Nos muestra que toda acción que llevemos a cabo en obediencia a Dios Padre, aún cuando hacerlo signifique sufrimiento, también nos traerá después gozo y alegría, pues podremos disfrutar de su presencia por la eternidad.
Entonces la mejor forma de proyectar nuestro actuar del próximo año es que, por amor a Dios y a su Hijo Jesucristo, que nos dió vida nueva, “dejemos a un lado todo lo que nos estorba y el pecado que nos enreda, y corramos con fortaleza la carrera que tenemos por delante.” Y esfuérzate, como dice San Pablo en Col 1,29: “Trabajo con mucho empeño por el poder de Cristo que actúa en mí y me fortalece.” Se trata, por tanto, de hacer lo que nos corresponda con empeño y perseverancia para que, entonces, el Señor nos ayude con su poder.
Haz tú lo mismo, desde el inicio del año que está por empezar “deja de lado todo lo que te estorba y el pecado que te enreda, y corre con fortaleza la carrera que tienes por delante.” Así obtendrás bendiciones que ni siquiera has imaginado, como escribió San Pablo en 1Co 2,9: “Así dice la Escritura: «Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, y nadie ha imaginado lo que Dios tiene preparado para aquellos que lo aman». Y recuerda que todo lo que Dios quiere para ti es bendecirte, hacerte felíz.

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