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FRENTE A LA TRIBULACIÓN, DIFICULTAD, AFLICCIÓN O PROBLEMA, CONFIA EN DIOS

FRENTE A LA TRIBULACIÓN, 

DIFICULTAD, AFLICCIÓN O PROBLEMA, 

CONFIA EN DIOS

“Jesús dijo: «En el mundo, ustedes habrán de sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo.»” Jn 16,33 

Si Jesús lo dijo, podemos estar seguros que las tribulaciones y aflicciones llegarán tarde o temprano a nuestra vida, pero también que con él podremos salir más que vencedores pues todo lo podemos con Cristo que nos fortalece. Pero debemos considerar, que también nos lo advirtió para que estemos preparados para enfrentarlas. Y nunca antes, en nuestra vida nos había tocado padecer tanto como ahora con esta pandemia, por la que nos hemos visto frente a la enfermedad, la muerte, el desempleo y las consecuencias de ello, como el temor, la escasez, el desempleo, la depresión, disgustos, peleas, etc.

Con frecuencia, las tribulaciones, las dificultades, los problemas y las aflicciones, son armas que el enemigo utiliza para alejarnos del Señor, como advierte Jesús en Mt 24,9  “Los entregarán a ustedes para que los maltraten; y los matarán, y todo el mundo los odiará por causa mía. En aquel tiempo muchos renegarán de su fe, y se odiarán y se traicionarán unos a otros. Aparecerán muchos falsos profetas, y engañarán a mucha gente. Habrá tanta maldad, que la mayoría dejará de tener amor hacia los demás”. // pero al final, nos anima cuando dice: Pero el que siga firme hasta el fin, se salvará.” Con esto nos manda a que perseveremos y con fe, confiemos en su respaldo y dirección.

El diablo, nuestro enemigo, nos ataca cuando estamos haciendo las cosas bien. A él no le agrada cuando nos acercamos a Dios y somos sus hijos obedientes. El detesta ver a un hijo de Dios prosperar, por eso busca cómo atacarnos para alejarnos del Señor nuestro Dios.

Para que no nos sorprenda una tribulación, debemos saber que llegará, y aunque no sabemos cómo ni cuándo, ciertamente vendrá a nuestra vida, por lo que debemos estar preparados. Desde el AT, en el Eclo 2,1, nos advierte el Señor:Hijo mío, si tratas de servir al Señor, prepárate para la prueba.” Esto es una advertencia, y significa que la prueba llegará. 

Pero ante esa advertencia, debemos poner nuestra fe en acción y manifestar confianza en Dios, y decirle como dice el Sal 91,2 “Tú eres mi refugio, mi castillo, ¡mi Dios, en quien confío! porque lo primero que debemos hacer para enfrentar una tribulación, es confiar en Dios, confiar en su ayuda, en su dirección y su respaldo. Confiar en que Él nos dará fortaleza y sabiduría para que salgamos adelante y fortalecidos ante las pruebas. 

Si ponemos nuestra confianza en cualquier persona o cosa, terminaremos defraudados. Pero si ponemos nuestra confianza en Dios, seremos recompensados pues Él nos guiará a la respuesta que neCEsitemos. Esto es lo más importante que debemos hacer pues el resultado final de una tribulación dependerá si estamos confiando en Dios o en alguién más, o en nosotros mismos

Muchas veces confiamos en nosotros, en nuestro conocimiento, en nuestros planes, pero solamente Dios puede ayudarnos siempre. Como dice en Pro 14,12 “Hay caminos que nos parecen derechos, pero al final de ellos está la muerte”. Debemos tomar en cuenta que nosotros ni siquiera podemos ver a la distancia con claridad, mucho menos podremos ver el futuro, por lo que, nuestras decisions basadas en lo que proyectamos o creemos va a suceder, no es seguro. Pero Dios, que vive un eterno presente, nos podrá mostrar el camino que nos conviene tomar para que al final lleguemos a alcanzar la bendición que Él tiene preparada para cada uno.

 Por ello nos advierte el Señor en Pro 3,7: No te creas demasiado sabio; honra al Señor y apártate del mal” No solamente nos indica que confiemos en Él y no en nosotros mismos, sino que debemos honrarlo al obedecerle y apartarnos de todo cuanto le ofenda y nos hace daño, es decir del mal, del pecado.

Si ahora tu problema es económico, tampoco debes preocuparte. Al igual que con cualquier otro tipo de dificultad con el que te encuentres debes confiar en la providencia divina, por ello Jesús mismo nos enseña cuando en Mt 6,25-34 nos dice: 

«No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? Miren las aves que vuelan por el aire: no siembran ni cosechan ni guardan la cosecha en graneros; sin embargo, el Padre de ustedes que está en el cielo les da de comer. ¡Y ustedes valen más que las aves! “¿Y por qué se preocupan ustedes por la ropa? Fíjense cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan. Sin embargo, les digo que ni siquiera el rey Salomón, con todo su lujo, se vestía como uno de ellos. 

Pues si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, ¡con mayor razón los vestirá a ustedes, gente falta de fe! Así que no se preocupen, preguntándose: ‘¿Qué vamos a comer?’ o ‘¿Qué vamos a beber?’ o ‘¿Con qué vamos a vestirnos?’ Todas estas cosas son las que preocupan a los paganos, pero ustedes tienen un Padre celestial que ya sabe que las necesitan. Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas. No se preocupen por el día de mañana, porque mañana habrá tiempo para preocuparse. Cada día tiene bastante con sus propios problemas.»

Nuestro amoroso Padre celestial también nos anima diciéndonos por medio de Job: «Si miras aun el oro más precioso como si fuera polvo, como piedras del arroyo, el todopoderoso será entonces tu oro y tu plata en abundancia. Él será tu alegría, y podrás mirarlo con confianza. Si le pides algo, él te escuchará, tú cumplirás las promesas que le hagas y tendrás éxito en todo lo que emprendas; la luz brillará en tu camino Job 22, 24-28.

Si Dios es nuestro Tesoro, viviremos felices y confiados sabiendo que Él nos escucha y responde a nuestro clamor. Que si cumplimos lo que le ofrecemos tendremos éxito en todo cuanto emprendamos y que Su luz, nos iluminará el camino para que nunca tropecemos.

Ahora bien, debemos tener en cuenta que si Dios permite que la tribulación llegue a nuestra vida es porque Él tiene un propósito, y éste es, que tengamos un encuentro con Él y que nos mantengamos en una relación de hijos con su Padre. Dice 2 Cro 15,4: «Cuando, en medio de sus dificultades, el pueblo se ha vuelto al Señor, Dios de Israel, y lo ha buscado, él se ha dejado encontrar

Por ello si la tribulación viene a nuestra vida debemos recordar que Dios lo permite todo para bien de los que le aman a los cuales Él ha llamado de acuerdo a su plan”. Ro 8,28.  Y es muy probable que su plan sea que lo busques y tengas un encuentro con Él.

Si confiamos en la palabra de Dios, en sus promesas, sabremos que lo que vendrá después de las dificultades, será bendición. Esto se hará realidad si estamos confiados en Dios.

 Si por el contrario a causa de nuestra tribulación, dejamos de obedecer a Dios, su propósito para nuestra vida, no se cumplirá, porque Dios quiere bendecirnos, pero espera que soportemos la tribulación para que al final, encontremos nuestra recompensa.  

Como vemos en las Sagradas Escrituras, muchas de las promesas de bendiciones están condicionadas a que hagamos algo, por lo que debemos mantenernos firmes y perseverantes en lo que Dios nos pide para que se cumpla el plan que tiene para nosotros, que siempre es de bien, como nos dice en Jer_29,11 Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza.”

Por eso, como dijo San Pablo en Ro 5,3 no solo debemos soportar con valentía las tribulaciones, sino “gloriarnos en ellas porque al final producirán esperanza. Como los apóstoles, que siendo azotados, estaban gozosos de haber sido dignos de sufrir por el nombre de Jesucristo, pues sabían que su sufrimiento tendría su recompensa en el cielo.

La biblia nos enseña que debemos enfrentar las tribulaciones con gozo, y al final seremos mejores personas, más fuertes, mejores cristianos y estaremos más cerca de Dios; pues las enfrentamos con fe en Dios y con gozo, porque sabemos que Él nos bendecirá si soportamos con fortaleza la prueba. Pero, si las enfrentamos con quejas y negativismo, el final no será bueno. 

En este punto hay algo importante que nos hace saber San Pablo en Fil 4,14, cuando escribió: “Ustedes hicieron bien compartiendo mis dificultades”. Con esto nos enseña, que los cristianos debemos compartir nuestras aflicciones con los hermanos, como hemos estado haciendo o debemos hacer, por las redes sociales en las que podemos pedir oración por nuestras necesidades a nuestros contactos que  son creyentes o seguidores de Cristo y con los cuales nos apoyamos mutuamente, intercediendo unos por otros, imitando a Cristo, que vino a servir a los demás. De igual modo, nosotros podemos compartir nuestras tribulaciones y necesidades, pero también ayudar a llevar la carga de quien está sufriendo. 

Y como dice San Pablo: “Soporten con valor los sufrimientos; y no dejen nunca de orar. Ro 12,12. Porque la respuesta a los problemas que nos aquejan, están al final de una oración al Padre. Todos los problemas tienen solución en Dios, entonces clamemos a Dios.

Los cristianos también sufrimos tribulaciones, pero como ya vimos, estas cumplen un propósito y una bendición grande está al final de cada tribulación, cuando estamos en las manos de Dios. No así si estamos alejados de nuestro Señor.

Dice 2 Co 1,3 Dios es el Dios de toda consolación”. Esto significa que Él nos consuela en nuestras aflicciones y que en sus manos podemos estar tranquilos y confiados. 

Dios Padre, por medio del sacrificio de nuestro Señor Jesús, su amado Hijo, nos ha librado ya de la muerte eterna, el más grande sufrimiento que pueda existir, por lo que ¿Cómo no nos librará también de cualquier aflicción terrena? Solamente debemos enfrentar la tribulación con fe y mantener esa confianza puesta en Dios que es nuestro consolador. 

Recuerda, Jesucristo dijo “…En el mundo encontrarán dificultades y sufrirán, pero tengan ánimo, yo he vencido al mundo.Jn 16,33. Eso significa que las tribulaciones vendrán a nuestra vida, pero las podremos enfrentar con total confianza en Dios

No debemos confiar en nuestras fuerzas, no podemos apoyarnos en lo que creemos podamos hacer, pues de esta manera estaremos perdidos. Nuestra confianza siempre debe estar en Dios, quien realmente puede ayudarnos y actuará en nosotros. Por ello debemos pedir fe para mantenernos firmes en lo que nos enseña y confiar en lo que nos dice en el Elesiástico 2,1, que leí al inicio, con el que nos advirtió: Hijo mío, si tratas de servir al Señor, prepárate para la prueba.”(advertencia). Pero luego, en los versos del 2 al 10, nos muestra lo que Dios nos llama a hacer: 

«Fortalece tu voluntad y sé valiente, para no acobardarte cuando llegue la calamidad. Aférrate al Señor, y no te apartes de él; así, al final tendrás prosperidad. Acepta todo lo que te venga, y sé paciente si la vida te trae sufrimientos.  Porque el valor del oro se prueba en el fuego, y el valor de los hombres en el horno del sufrimiento. Confía en Dios, y él te ayudará; procede rectamente y espera en él. Ustedes, los que honran al Señor, confíen en su misericordia; no se desvíen del camino recto, para no caer. Los que honran al Señor, confíen en él, y no quedarán sin recompensa. Los que honran al Señor, esperen la prosperidad, la felicidad eterna y el amor de Dios. Fíjense en lo que sucedió en otros tiempos: nadie que confiara en el Señor se vio decepcionado; nadie que lo honrara fielmente se vio abandonado; a todos los que lo invocaron, él los escuchó”.    Eclo 2 1-10

Que así sea.

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