¡DIOS PROTEGE LOS QUE EN ÉL CONFÍAN! 2ª PARTE
¡DIOS PROTEGE LOS QUE EN ÉL CONFÍAN! 2ª PARTE
Sabemos ahora que tenemos tres enemigos que pretenden apartarnos de Dios, pero sabemos también que Tenemos formas para rechazarlos y derrotarlos, pero vamos a conocer un poco más de Cómo Dios nos muestra cómo ganar nuestras batallas y mantenernos firmes en su voluntad para agradarlo y así recibamos sus bendiciones.
Dios, nuestro Padre, que conoce lo propensos que somos a dejarnos llevar por las circunstancias que nos rodean, nos ha dado poderosas armas para defendernos, vimos algunas de ellas y ahora ampliaremos nuestro arsenal.
En 2 Corintios 10,3.5ª leemos: “Es cierto que somos humanos, pero no luchamos como los hombres de este mundo. Las armas que usamos no son las del mundo, sino que son poder de Dios capaz de destruir fortalezas. Y así destruimos las acusaciones y toda altanería que pretenda impedir que se conozca a Dios”.
Hoy aprenderemos que para llevar una vida victoriosa y en abundancia es imprescindible practicar cuatro elementos básicos, que podemos llamar principios fundamentales de la vida del cristiano. Y para enfrentarnos a los ataques que estamos sufriendo en nuestra mente, con los que nuestros enemigos pretenden volvernos temerosos, veremos cómo podemos vencer el temor a través de la práctica de estos cuatro principios fundamentales.
El primero, LA ORACIÓN: Es la más importante de las armas con que contamos para defendernos, ya que, como dice Santiago 5,16 “La oración del Justo tiene poder”.
Es en nuestros momentos de quietud a solas con el Señor en donde nos revela Quién es Él y nos muestra cosas que nadie ha visto ni oído, y ni siquiera pensado. Así, entre más lo conocemos, más lo amamos, por lo que en nuestro corazón ya no hay cabida para el temor, como lo dice 1 Juan 4,18: “Donde hay amor no hay miedo. Al contrario, el amor perfecto echa fuera el miedo, pues el miedo supone el castigo. Por eso, si alguien tiene miedo, es que no ha llegado a amar perfectamente.” Y quien ama también confía en el ser amado. Por lo tanto, podemos estar tranquilos pues como dice 1 Samuel 2,31 “Dios protege a todos los que en Él confían”.
A los pies del Señor es donde podemos depositar todo aquello que turba nuestro corazón, con la seguridad de que Él lo recibe y a cambio “nos da su paz, que es más grande de lo que nuestra mente puede entender. y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús.” Flp 4,7
En 1 Pedro 5,7 leemos “Dejen todas sus preocupaciones a Dios, porque él se interesa por ustedes”.
El segundo principio fundamental es EL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS: Sabemos que la Biblia es la carta de amor de Dios para nosotros sus hijos. Al leerla y meditarla diariamente con la dirección del Espíritu Santo, nuestra mente va siendo transformada y se va conformando a la mente de Cristo. Así comenzamos a pensar, a ver y a sentir como lo hace Él. Comenzamos a entender que Dios dispone todas las cosas para nuestro bien, y que nada podrá separarnos de su amor.
Además, al leer y proclamar la Sagrada Escritura, nuestra fe es fortalecida, pues como dice San Pablo en Romanos 10,17 “La fe nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo”. De esa cuenta, cuando el enemigo viene contra nosotros a tratar de sembrar pensamientos inquietantes, podemos defendernos y contraatacar haciendo uso de la espada de doble filo y ante ella, el enemigo retrocederá.
El tercer principio fundamental es LA COMUNIDAD: En Hebreos 10,25 leemos: “No dejemos de asistir a nuestras reuniones, como hacen algunos, sino démonos ánimos unos a otros; y tanto más cuanto que vemos que el día del Señor se acerca”. Si bien debido al confinamiento ahora no nos es posible congregarnos en nuestros grupos, ni en nuestras parroquias, el Señor nos está permitiendo mantenernos conectados y cercanos, pues sabe la necesidad que tenemos de permanecer unidos, apoyándonos unos a otros, ya que una oveja alejada del rebaño es presa fácil para el enemigo, que anda como león rugiente esperando a quién devorar. Como dice 1 Pe 5,8.
Por ello, debemos hacer el esfuerzo de participar de nuestras reuniones virtuales: asambleas, estudios, cadenas de oración, así como de la santa Misa y adoración al Santísimo, pues todo ello nos ayuda a mantener el fuego del Espíritu ardiendo en nuestro corazón. Además, los testimonios que escuchamos nos sirven para acrecentar nuestra fe y fortalecer nuestra confianza en el Señor.
Y el cuarto principio fundamental es EL SERVICIO: 1 Pedro 4,10 dice “Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de ustedes sirva a los demás según lo que haya recibido”.
Aun a pesar del confinamiento, todos podemos usar los dones que Dios nos ha dado, comenzando en nuestro hogar y también con otras personas, ya que habiendo tanta necesidad a nuestro alrededor, debemos ocuparnos en ayudar a nuestro prójimo: orando por sus necesidades, escuchando sus problemas y dando consejo, ayudando a solventar la carga económica a quien necesite, dando pláticas o estudios; en fin, todos sirviendo en lo que nos es posible. Pero lo más importante es que vivamos mostrando al Cristo que llevamos dentro, pues, como dijo San Francisco de Asís: Lo que haces puede ser el único sermón que algunas personas escuchen hoy, lo que significa que los actos valen más que las palabras.
Alguien escribió: “el enemigo creyó haber triunfado porque cerró nuestras Iglesias, pero no contaba con que se abriría una Iglesia en cada hogar.”
Algo más, cuando dejamos de ver únicamente nuestros problemas y nos enfocamos en ayudar a los demás, no solo nuestras cargas se vuelven más ligeras y llevaderas, sino que además le quitamos autoridad al enemigo sobre nuestra mente, pues no tenemos tiempo para malgastarlo en pensamientos negativos e inquietantes, lejos de ello mantengamos agradecidos con Dios por la salvación que nos dio con su sacrificio en la cruz y vivamos alegres, disfrutando esa nueva vida plena, como dijo San Pablo 1Ts 5,16 “Estén siempre alegres.” También San Francisco de Asís nos dejó una frase para apoyarnos en nuestras batallas contra el enemigo, decía: “Cuando la alegría espiritual llena los corazones, la serpiente derrama en vano su veneno mortal.”
Así que no dejemos que el temor nos robe el gozo de la salvación y la alegría de Cristo en nosotros y recordemos que
- No debemos atemorizarnos por los acontecimientos presentes, pues Dios tiene control sobre todo lo que está sucediendo.
- Pongamos nuestra mirada en el Señor y no en las circunstancias que nos rodean. Tengamos la certeza que el Señor permite todo para nuestro bien, porque nos ama y que, de toda situación, Él puede sacar bendición.
- Y no prestemos nuestros oídos a los engaños de nuestros enemigos que buscan robar, matar y destruir la obra que Dios ha hecho en nosotros. Tomemos la decisión de creerle sólo a Él y obedezcámosle en todo.
- Y tengamos la seguridad de que: “nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!” Romanos 8,38-39.