ALCANZA LO QUE NECESITAS
Tomando como base el artículo “La fórmula bíblica para obtener lo que necesitamos” de Claudio de Castro publicado en Aleteia el 01/09/22
Hay muchas acciones que debemos mantener para que nuestras oraciones sean respondidas por Dios, hoy mencionaré cinco que son fundamentales. Si estás pasando un mal momento, Claudio de Castro recomienda en su artículo “La fórmula bíblica para obtener lo que necesitamos”, lo siguiente: 1° que copies el versículo que se encuentra en Mr 11,24 en donde dice: «Todo lo que pidan en la oración, crean que ya lo han recibido y lo obtendrán» y luego, que hagas varias copias y las pegues en diferentes lugares de tu casa para que lo tengas a la vista siempre.
Medita esas palabras de Jesús, y notarás que es una fórmula para obtener lo que necesitamos o deseamos, siempre y cuando no nos aleje de Dios. Es frecuente que cuando tenemos dificultades o necesitamos algo, acudamos a la oración para clamar a Dios por su ayuda, y eso está bien pues la oración ciertamente ayudará, porque Dios siempre escucha nuestras plegarias. Aunque no debemos acudir a Dios solamente para pedir la solución de problemas.
En las Sagradas Escrituras encontrarás al menos cinco acciones positivas que pueden ayudarnos a alcanzar nuestras metas y a salir adelante si las incorporamos a nuestra conducta y las hacemos parte de nuestras oraciones.
A partir de lo que señala la cita: «Todo lo que pidan en la oración, crean que ya lo han recibido y lo obtendrán», La primera acción que debemos llevar a cabo es mantener una relación con Dios por medio de la ORACIÓN y esto significa pedirle, con fe, que se realice lo que le estamos pidiendo. Con mantener una relación con Dios, me refiero a que debemos realizar oración diaria con la que nos presentamos ante nuestro Padre agradecidos por la vida y por todo cuanto disfrutamos, como por su protección y providencia, y nos ofrecemos a Él y nos ponemos a su servicio para que nos utilice pomo instrumentos de bendición para la expansión de su Reino aquí en la tierra y después de ello solicitar lo que necesitamos.
Mientras oramos, con la fe, de que somos escuchados por nuestro Padre celestial y que nuestra oración será respondida, Dios nos llenará de una paz sobrenatural que nos permite pensar con claridad y encontrar las soluciones que Él nos presenta a los problemas que le hayamos manifestado. Pero insisto, debemos enfocar la oración, sobre todo, en alabanza y agradecimiento al Padre por todo cuanto nos ha dado y lo que permite que suceda en nuestra vida, aun cuando puedan ser dificultades o problemas, pues debemos reconocer que todo lo permite Dios para nuestro bien, así como para nuestro crecimiento y fortaleza espiritual. Porque: «Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito.» Ro 8,28.
Sin embargo, esto no significa que debemos dejarlo todo en las manos de Dios, pues Él espera que hagamos nuestra parte, y que aun cuando sea poco lo que podamos realizar, lo hagamos con todo nuestro empeño y dedicación, como nos enseña Dios mismo, con lo sucedido en la guerra que enfrentó al rey Nicanor con los judíos al mando de Judas Macabeo, como leemos en 2Ma 15,21 y 25-27: «Al ver Macabeo el ejército que se acercaba, la variedad de sus armamentos y la fiereza de los elefantes, extendió sus brazos al cielo e invocó al Señor, que hace prodigios, sabiendo que el Señor da la victoria a los que la merecen, no gracias a las armas sino según él mismo decide.
Los soldados de Nicanor marcharon al son de trompetas y cantos de guerra; los de Judas se lanzaron al combate con súplicas y oraciones, y luchando con sus manos e invocando a Dios en sus corazones, dejaron tendidos a no menos de treinta y cinco mil enemigos, y quedaron muy contentos por esta intervención de Dios.»
La segunda acción que debemos llevar a cabo es cultivar la virtud de la PERSEVERANCIA, la continuación de cualquier esfuerzo hasta el fin. Santo Tomás de Aquino la define como la virtud que lleva al seguimiento y mantenimiento en el bien a pesar de la dificultad.
Vemos entonces la importancia que tiene la perseverancia en la vida del hombre, sobre todo en la vida espiritual, porque lo que más nos cuesta no es tanto la realización de acciones difíciles aisladas, como la continuidad prolongada en los mismos actos.
Podemos considerar entonces, que, la perseverancia es la virtud de los cristianos, de seguir la carrera cristiana con la certeza del resultado final y permanecer fieles hasta la venida de Jesucristo.
San Pablo nos hace ver que se requiere de esa actitud cuando da testimonio de lo que él hizo para mantenerse en el camino que le señaló Jesús, como dice en 1Co 9,27: “Castigo mi cuerpo y lo obligo a obedecerme, para no quedar yo mismo descalificado después de haber enseñado a otros.” Y también dice en 2Ti 4,7 “He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe.” Esto requiere tener objetivos claros, actitud positiva, ser adaptables y aprender continuamente.
En la Epístola a los Hebreos se refleja esta misma preocupación por el cuerpo de Cristo cuando dice: “Deseamos que cada uno de ustedes siga mostrando hasta el fin ese mismo entusiasmo, para que se realice completamente su esperanza. No queremos que se vuelvan perezosos, sino que sigan el ejemplo de quienes por medio de la fe y la constancia están recibiendo la herencia que Dios les ha prometido.” Hb 6,11-12
Cristo mismo advierte del peligro de no permanecer en él y ser arrojado al fuego cuando dice “Sigan unidos a mí, como yo sigo unido a ustedes.” Él es fiel y está simpre con nosotros porque lo prometió.
Y continua diciendo: “Una rama no puede dar uvas de sí misma, si no está unida a la vid; de igual manera, ustedes no pueden dar fruto, si no permanecen unidos a mí. Yo soy la vid, y ustedes son las ramas. El que permanece unido a mí, y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden ustedes hacer nada. El que no permanece unido a mí, será echado fuera y se secará como las ramas que se recogen y se queman en el fuego.” Jn 15,4-6
Por lo tanto, el hombre moralmente libre, debe cooperar con la gracia de Dios, adaptarse a su voluntad y perseverar, como dice San Pablo en Col 1,23 “Deben permanecer firmemente basados en la fe, sin apartarse de la esperanza que tienen por el mensaje del evangelio que oyeron.” Y Santiago, en 1,25 de su carta confirmando este punto dice: “Quien se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad, y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarla.” Lo que confirma la importancia de conocer, de aprender, para entonces obedecer la voluntad de Dios expresada en la Biblia.
Entonces, no te rindas y persevera en tu lucha por alcanzar lo que deseas. Triunfarás si te mantienes firme hasta el final.
La tercera acción que debemos tener para alcanzar lo que necesitamos es reconocer cuando hemos actuado en contra de la voluntad de Dios, y con humildad, acudir a la CONFESIÓN.
De la confesión de los pecados, las Escrituras tratan el tema tanto en el Nuevo como en el Antiguo Testamento.
San Pablo escribió al respecto en Ro 10,10 en donde se lee: “Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo.” Aquí se refiere a reconocer a Jesús como el Señor que resucitó. Esto implica que también debemos reconocer cuando le ofendimos, como dice Pro 28,13: “Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón.”
Acude entonces al sacramento de la Reconciliación, por el cual se nos concede el perdón de los pecados en nombre del Señor Jesús; por intermediación de la Iglesia, que es quien lo administra; pues, como sacramento posee la capacidad sobrenatural de otorgar la gracia divina mediante el perdón de los pecados.
Una buena confesión sacramental siempre ayuda, y más si va seguida de la Misa y Comunión, pues no solo restaura la amistad con Dios; sino que fortalece y ayuda a vencer, con una actitud positiva, las dificultades con las que nos enfrentemos. Por ello es un fuerte aliado cuando lo sumamos a la perseverancia.
La cuarta acción que debemos tener para alcanzar nuestros deseos y/o necesidades es PRESENTARNOS ANTE JESÚS SACRAMENTADO. Aunque puedes hablar con Jesús en cualquier lugar, visitarlo en el templo demuestra nuestro amor, humildad y respeto. Habla con Jesús allí presente, y aunque Él lo sabe todo, manifiéstale tu confianza, preséntale tu necesidad, explícale tu situación y pídele su dirección y ayuda. Él es más que un amigo y siempre está dispuesto a darnos la mano, a pesar de lo que somos y hacemos. No se trata solamente de presentarse para pedir por nuestra necesidad, también debemos guardar silencio en su presencia para que Él nos hable, para que actúe en nuestro corazón y nos llene de su presencia y con ella de paz y gozo. Al estar en su presencia, nos mostrará lo que debemos hacer.
Llevamos ya cuatro acciones, la oración, que es un arma poderosa pues es la forma de comunicarnos directamente con Dios, la perseverancia, que es “la continuidad prolongada en el bien a pesar de la dificultad”, la confesión, con la que quedamos limpios de pecado, y a dirección de Cristo al acudir a su presencia en el Santísimo Sacramento del Altar; y con esto notamos que vamos por el camino correcto para alcanzar nuestras metas.
La quinta acción que debemos mantener como parte de nuestras acciones diarias, es la lectura de la Biblia, para confirmar que todo cuanto estemos haciendo va de acuerdo a la voluntad divina y con ésta, llegamos a la quinta acción que debemos llevar a cabo.
La lectura debemos realizarla con actitud reverente pues en las Sagradas Escrituras encontramos las promesas y enseñanzas de Dios en el A.T. y de Jesús en el Evangelio, así como palabras de consuelo y de sabiduría, orientación espiritual y el camino de santidad.
La Biblia es un texto maravilloso que no deja indiferente a nadie, pues es «La palabra de Dios que tiene vida y poder. Es más cortante que cualquier espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta lo más íntimo de la persona; y somete a juicio los pensamientos y las intenciones del corazón. Nada de lo que Dios ha creado puede esconderse de él; todo está claramente expuesto ante aquel a quien tenemos que rendir cuentas». Heb 4, 12-13
En las Sagradas Escrituras hay más de 3000 promesas, pero no sirven de mucho si no las conoces. Por eso es necesario que leas, estudies y medites la Biblia. En ella, Dios te dirá mucho. Te ayudará a recuperar la paz, la alegría de vivir, el entusiasmo y el deseo de servir a Dios y al prójimo. Solo debes tener fe como nos anima Jesús al decir: «Les aseguro que, si tuvieran la fe de un grano de mostaza, podrían decir a este monte: ‘¡Muévete de aquí para allá!,’ y se movería; ¡seguramente nada sería imposible para ustedes!» Mateo 17,20
Aquí quiero señalar algo que me mostró el Señor en relación a esta parábola. Al decir Jesús que, si tuviéramos una fe como la semilla de mostaza, que en oriente es la más pequeña de las semillas de los árboles, no quiso decir tener una fe pequeña, como parecen insinuar algunas versiones, al contrario, tener la fe como un grano de mostaza significa, que aun cuando es pequeña, la semilla de mostaza llega a crecer como un árbol grande y con esa comparación, Jesús nos dice que debemos tener fe como la de ese pequeño grano de mostaza, que se desarrolló hasta llegar a ser un gran árbol.
Cree lo que Cristo dice y actúa según sus enseñanzas. Pon tu fe en acción y te sorprenderás de lo que puedes lograr. Si confías en Su palabra y en Su enseñanza, y en consecuencia, actúas con la fe de que Él estará contigo y te respaldará, tus acciones tendrán gran trascendencia; solucionarás cualquier problema; podrás ayudar a otras personas y tendrás cualquier cosa que le pidas a Dios, siempre que sea para bendición tuya o de los demás.
Si estás pasando un mal momento, te recomiendo que copies de la Biblia el versículo de Mr 11,24 en donde Jesús dice: «Todo lo que pidan en oración, crean que ya lo han recibido y lo obtendrán», pégalo en diferentes lugares de tu casa, léelo en voz alta y cuando ores, cree que Dios te escucha y que responderá tu petición. Créele a Jesús, pero si te falta fe, ve al Sagrario y con tu poca fe, pídesela a Jesús.
- Recuerda las cinco acciones positivas que se encuentran en las Sagradas Escrituras que nos ayudan a alcanzar nuestras metas y a salir adelante si las incorporamos a nuestra conducta y las hacemos parte de nosotros: La oración, el arma poderosa para comunicarnos con Dios; la perseverancia, “la continuidad prolongada en el bien a pesar de la dificultad”; la confesión, con la que quedamos limpios de pecado; la búsqueda de la dirección divina al acudir a la presencia verdadera, real y sustancial de Cristo en el Santísimo Sacramento del Altar; y el conocimiento y “la obediencia” a la Sagrada Escritura en donde encontramos la voluntad divina, las promesas de Dios, así como sus normas y mandamientos.
Si actúas confiando en Dios y sumas estas cinco acciones a tu fe, Dios responderá tu petición. Que así sea.