REALIZA TUS PROYECTOS
Como escuchamos en los programas anteriores, cada principio de año nos proponemos metas de proyectos que deseamos llevar a cabo, unos son nuevos, pero también hay proyectos que nos hemos propuesto desarrollar antes y no hemos tenido éxito en lograrlo o no le hemos dedicado el tiempo para hacerlo realidad.
Y luego de conocer, en el programa anterior, los consejos que encontramos en la Biblia para evitar las distracciones que nos dificultan o incluso evitan, que realicemos nuestros proyectos y podamos llevar a cabo nuestra labor, hoy voy a proporcionar información con la que podrás alcanzar tus metas, pero es imprescindible, que antes de poner manos a la obra descubras si esas metas van de acuerdo con la voluntad de Dios, pues como sus hijos, tendremos éxito sólo si lo que nos proponemos llevar a cabo, concuerda con Sus planes para nuestra vida, pues como dice Pro 14,12: «Hay caminos que parecen derechos, pero al final de ellos está la muerte» por lo que también nos dice el mismo libro de Pro 3,5-6: «Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia. Ten presente al Señor en todo lo que hagas, y él te llevará por el camino recto».
Para saber si los proyectos que deseamos hacer o lo que queremos obtener es la voluntad del Señor, es decir, que será de bendición para nosotros, vamos a conocer TRES SEÑALES que nos lo indicarán. Se trata de tres señales sencillas, claras y fáciles de seguir, y que, si aprendemos a utilizarlas, nos ayudarán siempre que necesitemos tomar alguna decisión.
La PRIMERA SEÑAL es, que lo que deseamos hacer u obtener vaya de acuerdo a la voluntad de Dios expresada en las Sagradas Escrituras. Ejemplo claro de esto lo tenemos en los diez Mandamientos, que se encuentran en Ex 20 y que son las normas dictadas por Dios para que vivamos en paz, con gozo y en armonía con los demás. Entre otros muchos ejemplos, también encontramos motivación para seguir las recomendaciones de Dios para que seamos felices, en el Salmo 119, en donde leemos:
«Felices los que se conducen sin tacha y siguen la enseñanza del Señor. Felices los que atienden a sus mandatos y lo buscan de todo corazón.
Para mí vale más la enseñanza de tus labios, que miles de monedas de oro y plata. Señor, tu palabra es eterna; ¡afirmada está en el cielo! Que mi corazón sea perfecto en tus leyes, para no tener de qué avergonzarme.
¡Cuánto amo tu enseñanza! Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino.»
Meditemos en esto y vivamos siguiendo la voluntad de Dios según lo que dice la Sagrada Escritura.
Como deja ver el salmista, nuestro Padre celestial nos ha dejado claramente establecido, en Su Palabra, las instrucciones para cualquier cosa relacionada con nuestra vida, por lo que, si lo que deseo hacer u obtener, de alguna manera contradice lo que la Biblia enseña, esa es la primera señal de que no debemos actuar porque va contra la voluntad de Dios y Él claramente enumera las bendiciones para los que obedecen en el Dt 28, pero también enumera allí, las maldiciones para los que desobedecen.
Como notamos, la Palabra de Dios nos guía, por ello es tan importante leerla diariamente, estudiarla y meditarla para hacerla vida, pues no podemos hacer lo que no conocemos.
La SEGUNDA SEÑAL es que lo que deseamos hacer u obtener nos dé paz, pues como San Pablo afirma en 1 Co 14,33: «Dios es Dios de paz y no de confusión.»
Jesús nos envió al Espíritu Santo para que sea nuestro guía, consejero y además protector. Cuando estamos ante la posibilidad de hacer algo, pero nos sentimos inseguros o intranquilos, esto una señal que el Espíritu Santo nos está dando, para que actuemos con cautela, para que consultemos a alguien que nos pueda ayudar a discernir o comprender. En caso contrario, cuando lo que queremos hacer nos da una auténtica paz en el corazón y nos sentimos tranquilos y seguros, podemos decir, que es la forma en la que Dios nos hace saber su autorización para actuar.
La TERCERA SEÑAL a considerar antes de actuar es, que las circunstancias coincidan naturalmente. San Pablo, en 1 Cor 6,12 nos hace ver que debemos considerar que todas las cosas involucradas en nuestra decisión, se estén presentando naturalmente, cuando escribe: «Yo soy libre de hacer lo que quiera. Es cierto, pero no todo conviene.»
Por ello, cuando deseamos hacer algo, tenemos que ser prudentes y fijarnos bien en las cosas que están sucediendo a nuestro alrededor, ya que muchas veces, por ansiar algo, forzamos las situaciones para lograr lo que queremos. Entonces, si analizamos la forma como se están presentando las cosas para que podamos hacer o no hacer algo, podremos determinar si la situación se está dando de una manera natural o la estamos forzando. El sabio escritor del Ecles, en 3,1 y 6. escribió:
«En este mundo todo tiene su hora; hay un momento para todo cuanto ocurre: Un momento para intentar, y un momento para desistir. Un momento para guardar, y un momento para tirar.»
Debemos entonces, considerar si los planes son nuestros o son de Dios, pues «Los planes son del hombre; pero la palabra final la tiene el Señor. Porque al hombre le parece bueno todo lo que hace, pero el Señor es quien juzga las intenciones». Entonces, «Pon tus actos en las manos del Señor y tus planes se realizarán.» Pro 16,1-3
Para tomar una decisión es entonces, muy importante y necesario, que coincidan las tres señales: Que nos mantengamos en la voluntad de Dios, que tengamos paz y que las circunstancias coincidan naturalmente. Si se da el caso que una no, lo mejor es no hacerlo.
Ahora vamos a tomar el caso que después de analizar un proyecto o una meta que queremos alcanzar y hemos determinado que las señales coinciden, podemos orar para pedir la dirección divina para trazar el plan que nos ayudará a alcanzar nuestra meta.
Para entender mejor esto pondré un ejemplo: Nuestro proyecto es leer toda la Biblia en un año.
Lo primero que debemos analizar es, que lo que deseo hacer SEA UNA META RAZONABLE, es decir, si lo que nos hemos propuesto está dentro de nuestras posibilidades, y aquí debemos incluir todos los aspectos que se verán involucrados con nuestro proyecto, por ejemplo, los aspectos económicos, pero también los intelectuales o físicos, o la disponibilidad de tiempo. También debemos analizar los pros y los contras, y determinar claramente lo que esperamos obtener.
Tomando el ejemplo anterior, debemos analizar si físicamente lo podemos hacer, considerar, por ejemplo, si tengo problemas de la vista o dolores de cabeza o cansancio crónico. También debemos evaluar, si disponemos de tiempo para leer, o si voy a tener que dejar de hacer algo para dedicarle el tiempo necesario a la lectura.
El segundo punto que debemos llevar a cabo es TRAZAR UN PLAN DE ACCIÓN, porque de nada sirve tener una meta si no tenemos idea de cómo alcanzarla. Por lo que tenemos que ordenar nuestras ideas y planificar de qué manera podemos obtener lo que deseamos. Es recomendable escribir ese plan de acción, pues las cosas puestas en papel se ven con más claridad y nos ayudan a enfocarnos. Por ejemplo, planificar por escrito “cómo vamos a leer la Biblia, en qué orden, en dónde lo haremos, cuánto tiempo dedicaremos diariamente a la lectura y si vamos a tomar notas o no.
Habiendo determinado cuál será nuestro plan de acción, DEBEMOS DIVIDIR NUESTRA META: en LARGO, MEDIANO Y CORTO PLAZO:
Por ejemplo, el proyecto de leer la Biblia en un año, podemos dividirlo de la siguiente manera:
A largo plazo: Si nuestro propósito es leer la Biblia en un año, que es nuestro proyecto general. Y para los siguientes pasos a mediano y corto plazo podemos dividir los libros o los capítulos que tiene la Biblia para proponernos leer la misma cantidad diariamente. Entonces, si la Biblia católica cuenta con 73 libros, que se dividen en 46 libros del Antiguo Testamento y 27 libros del Nuevo Testamento; y tiene 1328 capítulos en total, 1068 capítulos en el Antiguo Testamento y 260 capítulos en el Nuevo Testamento.
A mediano plazo: nuestra meta podría ser cuántos capítulos deberíamos leer al mes, eso nos lleva a dividir 1328 entre 12 meses lo que nos da 110.66 capítulos al mes, o podemos hacerlo a la semana, 1328 capítulos entre 54 semanas nos da 24.59 capítulos cada semana.
A corto plazo: Leer, al día, un número de capítulos determinado, para lo cual podemos dividir el total de capítulos, 1328, entre 365 días del año y eso nos da un promedio de 3.64 capítulos diarios. Estas cifras, que nos dan cifras parciales cada día, podemos considerarlas como aproximadas, dado que hay capítulos largos y cortos, por lo que debemos tener esas cifras como un aproximado y unos días leemos un poco más y otros, un poco menos.
Esto es muy importante ya que cuando la meta general es muy grande, la vemos muy lejana y podemos desanimamos con facilidad, pero, si tomamos diariamente una porción de todo el trabajo, cuando menos sintamos la habremos terminado.
De lo que se trata, es alcanzar pequeñas metas todos los días, pero con un propósito claramente determinado. Todo esto requiere de algunos ingredientes que debemos tomar en consideración:
- La Auto disciplina
- La Perseverancia y
- Estar dispuestos a pagar el precio para obtener lo que queremos.
- Auto disciplina, porque no basta con querer algo, para alcanzarlo tenemos que poner de nuestra parte voluntad y esfuerzo. En Jos 1,7-9 El Señor nos dice: «Lo único que te pido es que tengas mucho valor y firmeza, y que cumplas toda la ley que mi siervo Moisés te dio. Cúmplela al pie de la letra para que te vaya bien en todo lo que hagas. Repite siempre lo que dice el libro de la ley de Dios, y medita en él de día y de noche, para que hagas siempre lo que este ordena. Así todo lo que hagas te saldrá bien. Yo soy quien te manda que tengas valor y firmeza. No tengas miedo ni te desanimes porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo dondequiera que vayas.» El hábito de la auto disciplina se adquiere más fácilmente poniéndonos al principio metas pequeñas que no requieran de mucho esfuerzo, de ahí la importancia de las metas a largo, mediano y corto plazo.
- En cuanto a la Perseverancia, debemos considerar que a pesar de los contratiempos que se nos puedan presentar, debemos mantenernos animados y recordar que, si es la voluntad del Señor, tendremos Su respaldo, por tanto, debemos seguir día a día, sin desmayar, recordando que «A todo podemos hacerle frente, gracias a Cristo que nos fortalece.» como dice San Pablo en Fil 4,13.
- Y en tercer lugar, debemos estar dispuestos a pagar el precio, pues para obtener algo o alcanzar alguna meta, siempre hay que pagar el precio, lo cual significa, que es necesario hacer algún sacrificio. Pero debemos tener presente, que quien debe sacrificarse somos nosotros, los que queremos llegar a la meta, no quienes nos rodean.
Por ejemplo: Si nos hemos propuesto leer la Biblia en un año y para lograrlo dejamos de atender a nuestra familia para dedicar ese tiempo a la lectura, esto es incorrecto, pues va en contra del orden de las prioridades establecidas por Dios en nuestras relaciones. Entonces, para alcanzar nuestra meta, en vez de tomar tiempo que le dedicamos a nuestra familia, debemos buscar, dentro de nuestro propio tiempo libre, y si es necesario sacrificar, por ejemplo, un programa de televisión o la reunión con un amigo, para conocer lo que Dios quiere de nosotros y hacerlo según sus enseñanzas, esto significa que ADEMÁS debemos dedicar tiempo, “cada día”, a la oración, es decir, hablar con Dios pero también escucharlo y entonces también debemos dedicar el tiempo que programamos para leer, estudiar y meditar las Sagradas Escrituras. Entonces podremos vivir de acuerdo a sus enseñanzas.
Si actuamos tomando en cuenta estas señales y la información que compartí hoy, y en los programas anteriores, con certeza tendremos éxito en todo lo que hagamos, pues estaremos poniendo a Dios en primer lugar y actuando según sus enseñanzas. Que así sea.
El texto de este tema y otros anteriores, publicados en Faro de Luz, están disponibles en la página comunidadsanpablo.org en la sección de Faro de Luz.