NUESTROS PROYECTOS PARA EL NUEVO AÑO
Vamos a iniciar un nuevo año y no podemos adentrarnos en él sin antes haber hecho una evaluación del año que termina, por lo que éste es un buen momento para reflexionar en nuestros logros alcanzados en el año que termina, pero también en lo que fracasamos o no llevamos a cabo, ya que, a pesar de que hace un año nos encontrábamos llenos de planes e ilusiones, si analizamos detenidamente, nos daremos cuenta, que no realizamos todos nuestros propósitos.
Si al evaluar nuestras acciones del año que termina descubrimos que quedaron cosas inconclusas, pendientes, o que ni siquiera intentamos realizar, también podremos darnos cuenta, que hay cosas que pedimos a Dios que no llegaron; entonces, debemos estar atentos, pues nuestro enemigo, el Diablo, pretenderá meter en nuestra mente ideas como que Dios, en quien pusimos nuestra confianza, no nos escuchó o que no se interesa por nosotros; o bien, que somos tan malos e inútiles que no servimos para nada y no tenemos remedio. Lo que debemos hacer entonces, es analizar, por qué fue, en qué fallamos, con el fin de aprender de nuestros errores, pues como cristianos sabemos que Dios permite en nuestra vida que todo suceda para que aprendamos y como dice San Pablo “Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito.” Ro 8,28.
Además, debemos tener la certeza, que toda promesa hecha por el Señor se va a cumplir, pero a Su tiempo y no el nuestro; así como a Su manera y no a la nuestra, porque Dios no es un sirviente que debe cumplir nuestros deseos y caprichos; Él es el Señor, el creador de todo cuanto existe, incluyéndonos a nosotros.
Si al analizar el año que ha terminado descubres que hubo cosas que Dios no te concedió, en lugar de quejarte o de pelearte con El, pregúntale en qué fallaste tú, pues como dice en Stg 4,3: “Si no recibimos algo es porque no sabemos cómo pedirlo o lo pedimos por los motivos equivocados”. Entonces, a partir de hoy, pídele al Espíritu Santo que te enseñe a pedir como es debido y que te de la fuerza y el dominio propio para saber esperar Su respuesta, que, aunque tarde, llegará, como nos enseña Hab 2,3.
Una vez más al inicio de año tienes tu mente llena de planes, proyectos, sueños e ilusiones, que esperas ver cumplidos, cosas que sabes te van a hacer bien a ti y/o a quienes te rodean, por ejemplo, comenzar una dieta, un plan de ejercicios, visitar al médico, comenzar un nuevo trabajo o una empresa, etc. Pero también y más importante, es que tengas en cuenta que tus proyectos más importantes, deben ser espirituales, los que tienen valor eterno, como son asistir con frecuencia a la celebración de la Eucaristía, comulgar, confesarte, leer, estudiar y meditar las Sagradas Escrituras para vivir de acuerdo a lo que Dios allí dejó escrito para que conociéramos sus promesas de bendición así como el camino que debemos evitar porque es camino de perdición que nos lleva a la muerte; también debemos tener proyectado ayudar al prójimo, sobre todo a los más necesitados. Para tener presentes esos propósitos escríbelos y tenlos a mano, para leerlos con frecuencia y actuar según te propusiste.
Si ves tu lista detenidamente, sin lugar a dudas descubrirás que tus propósitos son buenos, lógicos y necesarios, pero antes de poner manos a la obra, debes saber que existen dos formas de hacer las cosas: basándote en tu propio criterio, opinión y conveniencia o basándote en lo que dice el Señor en Su Palabra, por lo que es recomendable acudir a Dios para pedir su dirección.
Como cristianos ya no podemos tomar decisiones basándonos únicamente en nuestro criterio, ya que por experiencia sabemos lo engañoso y peligroso que esto puede resultar pues, como dicen Pro 14,12: “Hay caminos que parecen derechos, pero al final está la muerte”.
Muchas veces nuestros fracasos se deben precisamente a que confiamos en nuestra inteligencia y capacidad, y no le permitimos al Señor tomar el total control de nuestra vida. Pero, si buscamos dirección en la Palabra de Dios, demostraremos sabiduría y buen juicio. En Pro 3,1-7 encontramos recomendaciones para alcanzar sabiduría, allí se nos indica que debemos confiar en el Señor con todo el corazón. Dice: «No olvides mis enseñanzas, hijo mío; guarda en tu memoria mis mandamientos, y tendrás una vida larga y llena de felicidad. No abandones nunca el amor y la verdad; llévalos contigo como un collar. Grábatelos en la mente, y tendrás el favor y el aprecio de Dios y de los hombres. Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia. Ten presente al Señor en todo lo que hagas, y él te llevará por el camino recto. No te creas demasiado sabio; honra al Señor y apártate del mal.»
Si tú tienes el deseo de vivir una vida diferente, debes saber que el único que puede mostrarte el camino correcto es Dios. Pero es necesario, que entiendas que la manera de obrar de Dios y sus ideas no son como las nuestras, como dice Is 55,8-9. Por tanto, los planes que Dios tiene para tu vida, son distintos a los tuyos, ya que Él, en Su infinita sabiduría, sabe lo que es mejor para ti, porque conoce tu pasado, tu presente y tu futuro. En Jer 29,11 dice: “Yo se los planes que tengo para ti, planes para tu bien y no para tu mal, a fin de darte un futuro lleno de esperanza”.
También el orden de prioridades del Señor es distinto al nuestro, por ello, como leemos en Mt 6,25-33, el Señor Jesús nos dice: «No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? Miren las aves que vuelan por el aire: no siembran ni cosechan ni guardan la cosecha en graneros; sin embargo, el Padre de ustedes que está en el cielo les da de comer. ¡Y ustedes valen más que las aves! En todo caso, por mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá prolongar su vida ni siquiera una hora?
“¿Y por qué se preocupan ustedes por la ropa? Fíjense cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan. Sin embargo, les digo que ni siquiera el rey Salomón, con todo su lujo, se vestía como uno de ellos.
Pues si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, ¡con mayor razón los vestirá a ustedes, gente falta de fe!
Así que no se preocupen, preguntándose: ‘¿Qué vamos a comer?’ o ‘¿Qué vamos a beber?’ o ‘¿Con qué vamos a vestirnos?’ Todas estas cosas son las que preocupan a los paganos, pero ustedes tienen un Padre celestial que ya sabe que las necesitan.
Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas.»
En esta cita están contenidos los propósitos de Dios para nuestra vida, pero antes de ver esos propósitos, hagamos algunas aclaraciones respecto lo que Jesús quiso decir para dejar claro su mensaje. Cuando dice «Así que no se preocupen, preguntándose: ‘¿Qué vamos a comer?’ o ‘¿Qué vamos a beber?’ o ‘¿Con qué vamos a vestirnos?’ Todas estas cosas son las que preocupan a los paganos, (entiéndase paganos como aquellos que no creen en Jesús como el Hijo de Dios que vino a Salvarnos), pero ustedes tienen un Padre celestial que ya sabe que las necesitan», se refiere aquí, a las cosas básicas que necesitamos y que nuestro Padre celestial, por ser nuestro creador, sabe que son necesarias para vivir dignamente, como sus hijos, por ello, al final dice que si ponemos toda nuestra atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, recibiremos también todas estas cosas, refiriéndose a comida, bebida y vestido, es decir, lo básico, lo indispensable. Esto, desde luego no significa que Dios no nos pueda dar cualquier otra cosa, claro que puede hacerlo, es Dios, el Todopoderoso, el Creador de todo cuanto existe y es también el dueño del oro y de la plata como dice en Ageo 2,8; pero en esa oportunidad, Jesús quería que comprendieramos que nuestro Padre nos dará cuanto necesitamos, siempre y cuando, obedezcamos sus normas y mandamientos, es decir, cuando sigamos sus instrucciones y enseñanzas, que se encuentran en las Sagradas Escrituras y son para bendecirnos. De ahí la importancia de conocerlas.
Volviendo a lo que Jesús dice en Mt 6, debemos comprender que poner toda nuestra atención en el reino de Dios significa: “Que lo amemos por sobre todas las cosas, con todo el corazón, con toda la mente y con todas nuestras fuerzas”, como dijo Jesús aL responder cual es el mandamiento más importante, según leemos en Mt 22,37; y esto nos lleva a Hacer lo que Dios exige, que significa: que amemos a los demás como a nosotros mismos, como dijo Jesús a continuación en Mt 22,39, pero significa también que debemos creer y confiar en Él. Según dice en Jn 11,40, “si creemos, veremos la gloria de Dios.”
Hacer lo que Dios exige significa también, que debemos cumplir sus mandamientos, por amor a Cristo, como dice en Jn 14,15, y también debemos, como embajadores de Cristo, dar testimonio de Él ante los demás, para que crean y obtengan la salvación como dice en Mc 16,16 y 2 Cor 5,20ª. Esto significa que debemos hacer discípulos, como dijo Jesús antes de ascender al cielo, como narra Mt 28,19-20ª.
Cumple estas condiciones, y Dios se encargará de proveer todas tus necesidades; y lo hará, más allá de lo que tu puedas imaginar o esperar. Dice el Sal 37,4: «Ama al Señor con ternura, y él cumplirá tus deseos más profundos.» Y la forma de manifestar nuestro amor, es obedeciendo sus normas.
Además, como dice San Pablo en Ef 3,20, el Señor nos dará mucho más abundantemente de lo que pedimos y esperamos.
Y al final de la cita, cuando dice que «Recibiremos estas cosas» significa, en resumen, que tendremos
una vida plena y abundante, que es la vida que Jesús ofreció en Jn 10,10b y esto nos asegura que tendremos todas nuestras necesidades cubiertas, conforme a sus gloriosas riquezas, según dice San Pablo en Fil 4,19.
Además, si permanecemos unidos a Cristo, que es la vid, seremos las ramas que daremos mucho fruto, como dice Jn 15,5. Y tendremos una vida en la que, a pesar de Los obstáculos, podemos dejar en las manos de Dios nuestras dificultades sabiendo que Él se interesa por nosotros 1 Pe 5,7, y esto significa que Él proporcionará la solución, en el momento adecuado, por lo que nos corresponde creerlo y esperar, es decir, debemos tener fe y esperanza.
Entonces, pongamos nuestras vidas y nuestros proyectos en las manos de Dios; dediquémonos a obedecerlo, a seguir sus normas, mandamientos y enseñanzas, y esperemos confiadamente que sus promesas se cumplan en nuestra vida, promesas que, como dice en Hab 2,3, «Aunque parezcan tardar, llegarán en el tiempo de Dios.»
Ahora bien, no podemos pretender que solamente con oración es suficiente, debemos orar pidiendo la dirección de Dios, si, pero también debemos hacer la parte que nos corresponde, actuar, sabiendo que Dios estará con nosotros, como dijo a Josué según leemos en Jos 1,7-9 «Lo único que te pido es que tengas mucho valor y firmeza, y que cumplas toda la ley que mi siervo Moisés te dio. Cúmplela al pie de la letra para que te vaya bien en todo lo que hagas. Repite siempre lo que dice el libro de la ley de Dios, y medita en él de día y de noche, para que hagas siempre lo que este ordena. Así todo lo que hagas te saldrá bien. Yo soy quien te manda que tengas valor y firmeza. No tengas miedo ni te desanimes porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo dondequiera que vayas.» Que así sea.
Quiero terminar compartiendo un mensaje que recibí cuando estaba terminando el tema de hoy, y que me pareció el complemento ideal para cerrar el programa. Dice:
“Cuando está terminando un año, es hora de evaluar cómo lo hemos vivido, y también es el momento de prepararnos para comenzar una nueva etapa de nuestras vidas. Es hora de revisar cómo están nuestros grandes ideales, y de preguntarnos cómo podríamos vivirlos mejor.
Pero cuando nos preparamos para comenzar una nueva etapa, es indispensable detenernos a presentarle al Espíritu Santo nuestros proyectos y nuestros sueños, y también a pedirle que nos ilumine para ver si eso realmente nos conviene.
El Espíritu Santo siempre busca hacernos crecer, hacernos avanzar un poco más. Por eso, él mismo nos inspira para que comencemos nuevas etapas, para que no nos quedemos encerrados en el pasado, para que saquemos lo mejor de nosotros, y sepamos volver a comenzar, una vez más. Él se derrama de un modo especial cuando está por comenzar algo nuevo.
Dejemos que en estos últimos días del año el Espíritu Santo nos inspire sueños buenos, proyectos generosos, perspectivas llenas de esperanza y entusiasmo.
Demos gracias al Espíritu Santo por este año que está por terminar, gracias por todo lo logrado, por las metas alcanzadas y por los proyectos iniciados y concluidos, y roguémosle que nos acompañe a lo largo del próximo año y lo que este año no logramos alcanzar o cumplir, nos ayude a realizarlo en el 2022, que nos inspire a iniciar y realizar buenas obras desde el primer día del año, que nos llene de sabiduría para llevar a cabo nuestro trabajo con eficiencia y capacidad, que siembre en nosotros nuevos ideales, nuevos sueños y que nos ayude alcanzar objetivos sanos, útiles y buenos, que nos llene de su presencia para que en el próximo año continuemos siendo testimonio de Jesucristo, Amen.