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San Pedro y San Pablo, Dos Testigos, Una Misión

San Pedro y San Pablo, Dos Testigos, Una Misión

San Pedro y San Pablo son dos figuras centrales en el cristianismo, ambos son reconocidos por su papel en la expansión y consolidación de la Iglesia primitiva y son considerados pilares de la Iglesia Católica. Son celebrados juntos el 29 de junio, fecha en que se conmemora su martirio en Roma.

De San Pedro: El Pescador hecho Pastor, podemos decir que Simón, un pescador de Betsaida, fue llamado por Jesús a ser ‘pescador de hombres’ como narra Lc 5,10. Conocido como Simón antes de su encuentro con Jesús, fue uno de los doce apóstoles originales y Jesús le cambió el nombre a Pedro, la ‘roca’. Mt 16,18. Era de carácter Impulsivo, sincero y a veces temeroso, pero siempre cercano. Y aunque negó a Jesús tres veces Lc 22,61-62, recibió el perdón y la misión de dar a conocer el Plan de Salvación, y las enseñanzas de Jesús cuando le dijo, ‘Apacienta mis ovejas’ según leemos en Jn 21,15-17. También le dijo «Te daré las llaves del reino de Dios; así, lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.”  Mat 16,19 

Después de la Ascensión de Jesús, con la unción del Espíritu Santo que recibió en Pentecostés, Pedro fue el primer predicador, dando inicio a la expansión del cristianismo, por lo que se le atribuye haber sido el líder de la Iglesia primitiva. Aunque desde antes, había sido líder de los apóstoles y Jesús le dio un papel prominente entre ellos, diciendo que él sería la «roca» sobre la cual construiría Su Iglesia.

Jesús le otorgó a Pedro el primado apostólico, estableciéndolo como el primer líder de la Iglesia y la gobernó en Roma durante aproximadamente 25 años.  Pedro, el primer Papa, es también considerado un símbolo de unidad y fidelidad a Jesús, inspirando a muchos cristianos a seguir su ejemplo. Su figura es central en la historia y tradición de la Iglesia Católica, y es considerado el patrono de ella.

En la Biblia se le menciona en los Evangelios y en los Hechos de los Apóstoles, en donde se destaca su papel en los eventos clave de la vida de Jesús y en los primeros años de la Iglesia. Murió crucificado en Roma bajo el reinado del emperador Nerón, alrededor del año 64 d.C. y quiso que lo crucificaran cabeza abajo por no considerarse digno de morir como su Señor.

En cuanto a San Pablo o Saulo de Tarso: Saulo era el nombre judío de Pablo, un fariseo de la tribu de Benjamín que fue un perseguidor implacable de los seguidores de Cristo, pero Jesús lo hizo apóstol y gran predicador. Pablo era su nombre romano, que también usaba. En el libro de Hechos, Lucas, el autor, menciona a Saulo por su nombre judío hasta que en Hch 13,9 se refiere a él como «Pablo y sus compañeros» al hablar de su primer viaje misionero.  A partir de ese momento, Lucas utiliza principalmente el nombre Pablo para referirse a él.

Como dije, era un fariseo apasionado por la ley de Yahvé, por lo que era severo perseguidor de cristianos a quienes consideraba una secta rebelde que estaba extraviando a Israel. Pero al convertirse al cristianismo, lo cual sucedió después de tener una experiencia mística con Jesús resucitado en el camino a Damasco, como narra Hch 9,3-5, ahí dice: Cerca ya de Damasco, de repente una luz celeste relampagueó en torno a él. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo ¿por qué me persigues? Preguntó él: ¿Quién eres, Señor? Respondió la voz: Soy Jesús, a quien tú persigues.”  A partir de ese momento, cambió su actitud de perseguidor de los cristianos y marchó al desierto de Arabia, en donde, aun cuando la Biblia no detalla sus actividades, la mayoría de los estudiosos coinciden en que fue probablemente allí donde tuvo la experiencia más profunda de comunión con Cristo y donde obtuvo de Él, la recepción directa del Evangelio, es decir de las enseñanzas de Jesús. Fue un tiempo de retiro y oración, un período de soledad y preparación espiritual, de reflexión profunda y diálogo con Dios. También un tiempo en el que meditó sobre la Escritura y la relación de las profecías con Jesús. Esto lo preparó interiormente para su misión como apóstol de los gentiles.

El retiro de Pablo en Arabia recuerda los momentos de desierto de Moisés antes de liberar a Israel, de Elías en su camino al encuentro con Dios y de Jesús 40 días en el desierto antes de comenzar su ministerio. En ese encuentro con Jesús en el desierto, Pablo recibió la misma enseñanza que los apóstoles habían recibido de su Maestro y fue preparado para la gran misión evangelizadora que llevaría a cabo ya no solo a los judíos, también a los gentiles.

Pablo insistió en que no aprendió el Evangelio de los apóstoles, como dice en Gal 1,11-12: Quiero que sepan, hermanos, que el evangelio anunciado por mí no es una invención de hombres, pues no lo recibí ni lo aprendí de ningún hombre; Jesucristo es quien me lo ha revelado.

Algunos piensan, que a partir de aquel momento de encuentro con Jesús en el desierto, ya pudo haber empezado a predicar a comunidades judías y también a gentiles de esa región, aunque eso no está confirmado.

Más adelante se dedicó a predicar el evangelio y a realizar viajes misioneros para establecer iglesias en diversas partes del mundo conocido en ese entonces y él para mantenerlas firmes, les escribió cartas también llamadas Epístolas Paulinas, las cuales son una serie de escritos del último de los apóstoles dirigidos a comunidades cristianas y a personas concretas, se encuentran en el Nuevo Testamento y son fundamentales para entender la fe cristiana.

En total, hay 13 cartas o epístolas atribuidas a San Pablo, aunque algunos estudiosos piensan que no todas fueron escritas directamente por él, pero sí inspiradas por su enseñanza.

Pablo escribió estas cartas con varios fines:

  • Enseñar la fe cristiana, es decir sobre doctrina.
  • Animar y corregir a las comunidades.
  • Resolver conflictos y malos entendidos.
  • Guiar la vida moral de los cristianos.
  • Responder a preguntas concretas que le hacían.
  • Defender su apostolado y la verdad del Evangelio.

9 de ellas iIban dirigidas a comunidades cristianas: Romanos, Corintios (1 y 2), Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses y Tesalonicenses (1 y 2) Y 4 a personas específicas: Timoteo (1 y 2), Tito y Filemón.

Hay varios temas que trata en ellas, entre las principales están:

  • La fe en Jesucristo como camino a la salvación
  • La gracia de Dios frente a las obras de la ley
  • La vida nueva en el Espíritu
  • La unidad del Cuerpo de Cristo (la Iglesia)
  • El amor como el mandamiento supremo
  • La importancia de la esperanza en la resurrección
  • El llamado a una vida santa

Se convirtió en un apóstol clave, pues como mencioné, realizó numerosos viajes misioneros con el objetivo principal de difundir el cristianismo y establecer nuevas comunidades cristianas en diferentes ciudades y regiones del Imperio Romano para llevar el mensaje del Salvador no solo a los judíos, sino también a los gentiles, como escribió en Ro 15,19-21 en donde dice: “He completado el anuncio de la buena noticia del Mesías, poniendo así además todo mi empeño en anunciarla donde aún no se había pronunciado su nombre; no quería construir sobre cimiento ajeno, sino atenerme a la Escritura: Los que no tenían noticia lo verán, los que nunca habían oído comprenderán.” 

Pablo, buscaba unificar las diversas iglesias cristianas que estaban surgiendo en ese momento y afirmaba haber experimentado el amor de Cristo que tuvo su máxima manifestación en su muerte en la cruz, como afirmó en Ga 2,20: “Ahora ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y mientras vivo en este cuerpo, vivo por fe en el Hijo de Dios, quien me amó y entregó su vida para salvarme.”

Con sus enseñanzas enfatizaba la salvación por la fe, la gracia de Dios y la unidad en Cristo, por ello predicaba con pasión que Jesús murió por todos y con su muerte reunió y reúne en Su Iglesia, a quienes creen en Él.

Los viajes misioneros de San Pablo se pueden resumir así:

  • En el Primer Viaje: Pablo, con Bernabé, viajaron a través de Chipre y Asia Menor, estableciendo comunidades cristianas y enfrentando oposición.
  • En el Segundo Viaje: Pablo, acompañado por Silas, recorrió Asia Menor y Macedonia, llegando hasta Grecia.
  • En el Tercer Viaje: Pablo regresó a las comunidades que había establecido en Asia Menor y Grecia, fortaleciendo su fe y resolviendo problemas doctrinales.
  • Viaje a Roma: Pablo fue enviado como prisionero a Roma, donde continuó predicando el evangelio.

En cada uno de estos viajes, Pablo enfrentó desafíos como la persecución, la oposición de líderes religiosos judíos y se dedicó, además, a aclarar dudas y confusiones doctrinales entre los nuevos creyentes, pero su determinación y pasión por difundir el mensaje de Jesús lo llevaron a superar estos obstáculos y a dejar un legado duradero en la historia del cristianismo. Es autor de 13 epístolas que son grandes enseñanzas por lo que es reconocido por su profunda teología y su énfasis en la gracia de Dios. También murió en Roma, decapitado bajo el mandato de Nerón, aproximadamente en el año 67 d.C.

La solemnidad de San Pedro y San Pablo se celebra conjuntamente el 29 de junio para conmemorar el martirio de ambos apóstoles en Roma. Aunque es probable que hayan muerto en diferentes fechas, la tradición cristiana los une en una sola celebración, que es una ocasión para recordar su legado, su fe inquebrantable y su compromiso con la difusión del mensaje de Cristo.

San Pedro y San Pablo son considerados figuras fundamentales de la Iglesia Católica, y su ejemplo inspira a los cristianos de todo el mundo pues sus vidas y enseñanzas siguen siendo relevantes hoy, recordándonos la importancia de la fe, la conversión y el testimonio. Cuando hablo de conversión, me refiero a dejar el pecado para volvernos a Dios y seguir sus mandamientos y enseñanzas.

Pedro y Pablo diferentes, pero unidos en Cristo. Ambos apóstoles son patronos de Roma, donde la Iglesia Católica tiene su sede central, porque Pedro representa el ministerio pastoral y Pablo, la misión a los pueblos.

Pedro fue llamado desde la sencillez de la vida cotidiana; Pablo desde el saber y el poder religioso, pero ambos comprendieron que el verdadero poder está en el amor a Cristo y en la entrega al prójimo, por lo que  evangelizaron con pasión, sufrieron y perdonaron, cayeron y se levantaron.

Todos tenemos algo de Pedro: nuestras caídas, dudas, temores, también nuestra fe sencilla. Así como tenemos algo de Pablo: nuestra lucha interior, nuestra conversión y el deseo de ser instrumentos de Dios para presentar la buena nueva a nuestro prójimo.

Pedro y Pablo son testigos del poder transformador de Dios y nos invitan a seguir a Jesús, a pesar de nuestras debilidades porque «Dios no llama a los perfectos, sino que perfecciona a los que llama.»

Ambos nos muestran que la santidad es para todos: no porque somos perfectos, sino por estar dispuestos a dejarnos transformar.

El Señor llama a todos para que se vuelvan a Él, a cada uno con su historia pues quiere que todos nos salvemos, como dice San Pedro en 2Pe 3,9: “El Señor tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie se pierda sino que todos se conviertan.”

¿Estás tú dispuesto/a a responder a su llamado?, ¿A asumir el compromiso de servir en tu comunidad, y anunciar a Cristo y sus enseñanzas?, ¿A vivir el Evangelio?

Querido oyente, para cerrar este tema voy a pedirle al Señor por ti con esta pequeña oración: “Padre celestial, así como Jesús llamó a Pedro y a Pablo, toca los corazones de quienes escucharon este mensaje y transfórmalos, envíalos a presentar la salvación por el sacrificio de Jesús, como hiciste con tus apóstoles. Dales los Dones del Espíritu Santo para que vayan con poder y autoridad, con amor y con gozo a testificar de tu amor en medio del mundo, para que muchos se salven y tu Reino de amor y paz sea ensanchado en la tierra.” Que así sea.